Columnistas
Al otro día de la Navidad
Por Fernando Moreno
*Veedor ciudadano
El jueves 25, por ejemplo, la señora que hace las arepas en la esquina de la carrera 13 con calle 3 de Líbano, una anciana a la que su vida laboral no termina, estaba contenta y por ello contó lo que está escrito líneas arriba.
El 24, el presidente Petro se reunió con los habitantes de la calle para brindar una comida de Navidad; sus ministros los atendieron de la mejor manera como una muestra de humanidad y de cariño a los olvidados por gobiernos pasados del modelo neoliberal.
No estamos en épocas dónde funciona el orgullo transaccional, estamos en épocas de liderazgo transformacional y éste se ve reflejado "aún que un individuo de derechas no lo pueda percibir" en que, si el ingreso del trabajador aumenta, éste trabaja más motivado, quizás más duro, se divierten más y tienen menos probabilidades de dirimir o demandar a la empresa.
No estamos en tiempos de la inmoralidad porque Petro la desnudó y se la mostró a la Colombia que, por décadas, no había visto los tres principios que están consagrados en el libro "El príncipe.". Maquiavelo los muestra: fortuna, virtud y necesidad.
Los términos han cambiado y por ello la Colombia profunda de los gobiernos de derechas, era la Colombia olvidada que ahora le llega un buque hospital, sobre el mar Pacífico colombiano, una zona pobre dentro de toda una costa continental rica en América del Sur; con potencialidades enormes por estar conectados al resto del planeta.
Allí llega el servicio de salud como derecho constitucional y no como el negocio de la ley 100. Así mismo, llegan esos buques a la cuenca del Orinoco, entre Puerto Carreño, Puerto Inírida y demás. Donde los niños se mueren por falta de atención médica y porque una lancha pasa una vez en el día para poder llegar a un hospital de esas ciudades que mencioné anteriormente.
Esos 230 mil pesos que en realidad deberían ser 500 mil pesos, pero el egoísmo de la derecha frenó es posibilidad, es el mismo egoísmo de esa rancia derecha que no permitió que el presidente controlara las tarifas de los servicios públicos, esa misma derecha que acumula los medicamentos en sus bodegas como mecanismo de presión hacia el pueblo y que por medio de los medios de comunicación, busca confundir a un electorado para que voten por sus candidatos; pero el pueblo ya no traga entero.
No es una comida navideña donde se celebraba con whisky, el contrato multimillonario para un patrocinador de la campaña, o el proyecto de ley que exonera a los más ricos para que no paguen impuestos "ahora muy bravos por el decreto de emergencia económica" pareciera que ahora sí van a contribuir para que de la mesa de los ricos, caigan más migajas para la mesa de los pobres; pero eso solo lo decide la Corte la que puede poner freno desde los magistrados de derechas.
Por ello, la política es el juego de tronos y se requiere que la explicación tenga validez, entonces podremos entender el mensaje del presidente el día anterior a la Navidad; no se puede seguir votando por los verdugos del pueblo que van al Senado y a la Cámara para hundir las reformas propuestas por el gobierno.
La elección racional nos dice que con gobiernos progresistas el pueblo gana derechos, oportunidades, progreso dignidad y todo lo bueno que puede tener una sociedad como en Colombia, donde los ricos también ganan enormes sumas de dinero, pero no quieren que se haga una redistribución entre una sociedad empobrecida después de la pandemia.
De ahí que China sacara 400 millones de personas de la pobreza, o que en México hoy, hay 13 millones de personas que superaron la misma, o que en Colombia, 3 millones dejaron la pobreza, de esos 22 millones de pobres que dejó Duque porque les quitó a los pobres para darle a los ricos; el banquero, la ANDI y Fenalco. Es decir, donde lo que uno gana, lo pierde el otro.
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