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¿Hurtado, el enviado de Dios?

¿Hurtado, el enviado de Dios?

Por Humberto Leyton


Dentro de su fantasiosa imaginación y megalomanía que lo embarga, de auto-considerarse el mejor mandatario de la historia de la ciudad, no duda en acudir a mensajes y simbología religiosa para tapar el fracaso y la bancarrota de su administración.  

Ante la angustia de encontrar defensores en la tierra de su mal gobierno, salvo algunos ‘periodistas y medios’ que no han sabido guardar la independencia periodística de la pauta publicitaria (esta administración ha invertido  más de 7 mil millones de pesos) Andrés Hurtado, echa mano del fácil recurso de implorar al cielo para exculpar sus pecados, y dejar en poderes divinos la responsabilidad de su maltrecha obra de gobierno.

Esta ha sido una actitud recurrente del mandatario local cuando trata de salirse por la tangente de los desastres y la pesadumbre, de lo que él ve como “obras históricas”, y otros, como yo, que consideramos lo contrario: son contrataciones amañadas, sin planificación, con sobrecostos elevados y adiciones presupuestales exorbitantes e insospechadas. 

Las catilinarias religiosas de Hurtado vienen mezcladas de ofensas a sus adversarios o críticos, no ajenas a consignas de odio y discriminación ante la incapacidad de mostrar con  argumentos y cifras verdaderas su trabajo y gestión administrativa.

 También es dado a buscar, como buen chamán,  excusas  por el retraso de sus obras: caso piscinas Olímpicas de la 42 y puente de la 60. 

Ahora el incompetente funcionario nos sale nuevamente con una de sus acostumbradas perlas. Como le fracasó el nombre de “Ibagué Vibra”, al coliseo de combate, por razones ya conocidas públicamente, donde por sentencia judicial el Tribunal Administrativo del Tolima lo obligó a cambiarle el nombre al considerar que ese era el que había utilizado en su campaña y que la ley expresamente prohibía esta relación con las obras públicas. 

Pues bien, nuestro peculiar alcalde, violando nuevamente la Constitución y la ley, ahora trata de ponerle nombres religiosos a los escenarios deportivos y el parque Deportivo y al llamado coliseo Mayor. Ahora, según la voluntad de Hurtado, serán: “Parque Deportivo La Gloria de Dios” y “Coliseo de Combate La Fe en Dios”, como si se tratará de congregaciones religiosas. 

El artículo 19 de la Constitución Nacional y la Ley 133 de 1994, además de sentencias reiteradas de la Corte Constitucional, establecen que el Estado colombiano es aconfesional. Es decir, “que no se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto, aunque pueda tener acuerdos (colaborativos o de ayuda económica principalmente) con instituciones religiosas, sin que se privilegie unas sobre otras”. 

En estas condiciones, el mandatario local, acostumbrado a violar y hacerle esguinces a la ley, sigue considerando que los bienes públicos son de su propiedad y que con ellos puede hacer lo que se le venga en gana, y en esta oportunidad, sin el mínimo respeto por las normas legales, quiere ponerle nombres religiosos a los escenarios deportivos construidos con dineros públicos, y que son para el uso de actividades netamente estatales y no religiosas. 

Al final de su mal gobierno, Andrés Hurtado nos quiere salir con obras de sanación y arrepentimiento, y como falso pastor y farsante político implora al todopoderoso para que le perdone sus yerros en la administración que deja quebrada, utilizando como ofrenda los escenarios deportivos. 

Es cierto que de arrepentidos están llenas las cárceles donde los más crueles seres humanos se vuelven pastores y profetas de la noche a la mañana. El Alcalde de Ibagué no será la excepción, pero debería buscar otros lugares para fijarles nombres religiosos. Por ejemplo, proponemos que a su lujosa mansión que adquirió en un exclusivo condominio de la ciudad, que está remodelando, y sobre la cual se ha negado a dar información para establecer el origen de los dineros con los que adquirió dicho inmueble pues en su condición de funcionario público está en la obligación de hacerlo, a esa sí la bautice como “Gloria a Dios por esta casita”, o “Con la Fe en Dios tengo esta chocita”.

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