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El despelote del partido Liberal y el Tolima

El despelote del partido Liberal y el Tolima

Opinión

Por: Humberto Leyton

Desde que el expresidente César Gaviria, tomó dictatoríamente la decisión de apoyar en la segunda vuelta al hoy presidente Iván Duque, sembró la división en el liberalismo al ir en contra de sus principios, programas e ideología.

Fue una actitud oportunista y de beneficio político la que tomó el director único del Partido Liberal, al brindar sorpresivamente su apoyo al hoy presidente,  que representa todo lo contrario al ideario liberal, como  la Ley de Víctimas, La Restitución de tierras, el apoyo e implementación a los Acuerdos de Paz, las libertades democráticas, los derechos humanos y las libertades individuales, entre otras, que los 'rojos' promueven y defienden desde hace varios años.

La entrega de esos principios y programas, es un acto de traición al pensamiento liberal que no puede pasar desapercibido, y que ya comenzó la turbulencia para sacudir al dinosaurio que desde que llegó el neoliberal Gaviria, le ha hecho perder el verdadero rumbo social y político al liberalismo.

Entregar al partido, por un puesto para Simón en la nueva era de la administración Uribe-Duque, no solo es felonía sino infamia. Abrirle en esta forma, el camino político a su hijo a  la presidencia de Colombia, es un mal comienzo para el delfín en ciernes, marcado por sucesos burdos e inentendibles del llamado máximo dirigente liberal. Esto estaba cantado desde que Gaviria inició a preparar la estrategia para entregarle el partido en bandeja al uribismo.

(Puede leer: El liberalismo del Tolima rumbo a la candidatura de Petro)

Ahora observamos a unos congresistas liberales arrodillados e indecisos que se declaran independientes, a la espera que le caigan unas migas de la mesa Uribe-Duque, para continuar la entrega. No tuvieron el valor ni el carácter para declararse en oposición. Les hace falta la teta burocrática; pero bueno, hay que entender que esta práctica la vienen ejerciendo desde hace años y que ya tienen costra difícil de arrancar.

En este marco, es comprensible, además de válido y lógico, la decisión que han tomado muchos dirigentes y bases del partido, de renunciar colectivamente a ese comodín que ha creado Gaviria, carente de principios fosfóricos, ética y moral. Por fortuna, entre los que encabezan la rebelión hay tolimenses como el exministro  Yesid Reyes, y esperamos que surjan muchos más cuadros capaces de volver por las verdaderas banderas liberales.

Reconocemos que en el Tolima, la mayoría del partido no cayó en la propuesta entreguista de Gaviria, y que incluso, su más caracterizado jefe, Mauricio Jaramillo, respaldó la candidatura de la Colombia Humana, la más afín y que se identificó con los programas liberales.

Ahora se trata de continuar en la misma línea y fortalecer los gritos de independencia que reclaman dignidad en la colectividad. No es la primera división ni el primer despelote  que afronta el liberalismo, en la época contemporánea recordamos la de Alfonso López Michelsen con el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y Luis Carlos Galán con el Nuevo Liberalismo, y ambas han sido divisiones creadoras, el partido se ha remozado y oxigenado.

Empero, esto no quiere decir que la actual situación sea igual o similar a las anteriores, obviamente existen diferencias y circunstancias distintas, pero en el fondo los motivos son los mismos, la falta de identidad de sus dirigentes para defender y promocionar los objetivos liberales íntimamente ligados a los intereses sociales, económicos, políticos y culturales del pueblo, como lo expusiera Jorge Eliécer Gaitán en reiteradas oportunidades.

(Puede leer: Petro tiene en la encrucijada al liberalismo y otros partidos)

El Tolima atraviesa un momento indescifrable, donde sus principales dirigentes están escondidos. No se dejan ver por ninguna parte, menos fijan posiciones frente a los ingentes problemas de la nación, el departamento, su capital y el liberalismo se encuentra al garete, salvo contadas excepciones como en el caso de Olga Beatriz González, el diputado Carlos Reyes, y uno o dos concejales, que aparecen de vez en cuando recordando que el liberalismo existe.

La situación nacional del partido liberal, es una oportunidad para que a nivel departamental se sacuda de verdad y establezca una verdadera dirección que no ejerza simbólicamente sus funciones, sino que actué independiente y  autónomamente, sin necesidad de consultar o pedir permiso al jefe mayor, que según lo ha repetido en diversas oportunidades, esta de salida, pero que nadie le cree y siempre acuden a él como el oráculo que da la última palabra.      

 

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