Opinión

Polvo sanjuanero o sanpedrino

Polvo sanjuanero o sanpedrino

Si usted nació en los meses de marzo o abril en Ibagué, Espinal, Natagaima, Prado, o Guamo, puede ser un hijo de un polvo sanjuanero o sanpedrino. Las estadísticas no fallan, de acuerdo al DANE los dos meses con mayor número de nacimientos del año son los mencionados.

La reflexión nace de la serie que emite el canal Caracol “Polvo Carnavalero” en donde se reflejan diferentes realidades del goce pagano de las fiestas patronales en los municipios de Colombia, donde por cada fiesta, nueve meses después hay más sorpresas.

 

La serie de Caracol nos muestra esa riqueza cultural de la costa y la dibuja desde el humor en una historia entretenida para los televidentes donde los pobres son una clase media trabajadora y colorín colorado.

 

Pero la realidad es otra, y en ese goce pagano vemos en las fechas cruciales de las fiestas en nuestra región algunas mujeres y hombres  embriagados en la calle que han accedido a tener sexo sin conocer muchas veces el nombre del otro. Padres de familia despreocupados por sus hijos, que creen tener el control de sus vidas o hijos que son la autoridad en el hogar.

 

Pero los hijos de los polvos sanpredrinos o sanjuaneros son hijos no deseados que truncan la vida de las mujeres, la mayoría de ellas demasiado niñas para ser mamás y que ingresan en esa lista de posibles madres repitentes antes de los 19 años de edad como lo demuestran las estadísticas.

 

El trabajo no parte del Estado como siempre lo propone la sociedad civil que reconoce sus derechos pero no sus deberes, parte de la familia, esa que año tras año se desintegra para dar paso a modelos modernos donde el individualismo y modismo hacen de las suyas generando la mayor ausencia de los tiempo de hoy, el amor.

 

La invitación a los lectores es a reflexionar no sobre las fiestas tradicionales, es a plantear dentro de los hogares la imperante necesidad de construir lazos familiares fuertes y protectores a partir del amor donde se acompañe cada etapa de los hijos hasta cuando puedan volar, empoderando en especial a las mujeres desde la educación para así crear una sociedad justa y equitativa.

 

QUE VIVAN LOS POLVOS, aquellos donde se goza plenamente y que permiten el disfrute de los involucrados de manera consiente y real y no  desde un estado donde podamos lamentarlo para el resto de la vida.  

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