Opinión
Números vs Sensaciones
Las evaluaciones deben apartarse, en la medida de lo posible, de la emotividad. Es ideal que la valoración se centre en los hechos para evitar sesgos y excesivas subjetividades.
Si bien es cierto que la Liga II apenas amanece, después de 45 partidos en 2022 y cinco competiciones —incluyendo las actuales—, se puede abordar la gestión de Hernán Torres desde lo numérico y desde las sensaciones que el equipo transmite.
Los números avalan la tarea de Hernán en el equipo: 22 victorias, 11 derrotas y 10 empates. En buena parte del primer semestre, el Tolima fue sólido, mostró carácter y por momentos tuvo brillantez en el juego.
En el inicio de la Libertadores casi todos coincidíamos en que el objetivo era avanzar de ronda. La goleada dolorosa del Flamengo destiñó una actuación que en primera fase había sido prometedora. Pese al bochorno del vapuleo carioca, el propósito de participación en Libertadores se cumplió.
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La Liga 2022 I tenía como exigencia el título, o al menos, disputar la final. Objetivo cumplido, pero de nuevo llegan las formas a ensombrecer las cifras. Varios jugadores fusilados físicamente, una confianza ciega y excesiva en el innombrable vendedor de quesudos y una inclusión tardía de jugadores como Rangel y Mosquera que habrían podido torcer el rumbo del partido.
La Copa Betplay es la competición que todos miramos con desdén.Sin embargo, conforme avanzan las rondas, la ilusión de ganar un título y clasificar a fases previas de la Libertadores, hacen que el interés gane decibeles. Aquí las cifras son pálidas: una victoria, un empate y una derrota (la del miércoles) dejan al equipo en peligro de eliminación.
Visto con frialdad, el Torres 2022 pasa la evaluación. No obstante, hay elementos imposibles de obviar. Deportes Tolima armó uno de los mejores planteles de su historia para la temporada; una Superliga es un premio livianito para una escuadra con tanto peso. La lista de lesionados es interminable; en este punto vale la pena preguntarse si el concepto de rotación no habría podido evitar tantas fibras musculares rotas.
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La goleada con juveniles a Alianza Petrolera nos hizo soñar con un equipo que iba a promover a sus divisiones menores. La venta de Campaz, el buen presente de Junior Hernández y experiencias previas con Barrios, Villa y Yimmy Chará nos dieron el rótulo de equipo formador de estrellas.
Sin embargo, las oportunidades no han llegado para los valores jóvenes. Los resultados actuales y el mal juego tendrían un sabor distinto si los yerros defensivos fueran parte de la formación de Mera y no la confirmación de las calamidades que Urrego siempre ha mostrado en su carrera.
La sensación que proyecta el equipo es de fatiga, agobio y desgaste. Ya abogamos por el descanso de algunos jugadores que a la final terminaron rotos (el capítulo Lucumí es el más doloroso). Tal vez es tiempo de que Hernán tuviera un par de semanas libres. Unos trámites bancarios, un par de asados con la familia, un espacio para la calma, para buscar la lucidez perdida en un mar de inseguridades y jugadores lesionados. Por ahora, los números siguen avalando la gestión Torres, pero es necesario oxigenar para que las cifras no vayan a entrar en la lista de lesionados.
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