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Opinión

Migraciones y espejismos

Migraciones y espejismos

Por: Edgardo Ramírez Polanía


Estar ausente del país por cualquier circunstancia, produce un profundo sentimiento de vacío, porque siempre se recuerda  el lugar donde se ha nacido, se han aprendido las primeras letras y desde la noche de los tiempos  se ha escuchado el golpe al parche del tambor, las chirimías, los tiples, bandolas, arpas y acordones que de alguna manera han marcado la vida de nuestros ancestros y costumbres.

Cuando estamos bajo la brisa árboles extraños, mirando el correr de los años sin los amigos de siempre, nuestros gustos y los acontecimientos nacionales, nos sentimos aislados de nuestro mismo ser. Observamos sin apasionamientos pero con tristeza el desarrollo en contravía de la política, las decisiones judiciales las medidas equivocadas de los gobiernos de turno que en las últimas décadas no han permitido el desarrollo social como lo han querido la mayoría de marginados. Sin embargo, las gentes desean buscar mejores horizontes para sus hijos que el país no les ofrece y deciden quienes tienen recursos educarlos y establecerse ante todo en Canadá, América de Norte y Europa.

Por esa razón, las altas migraciones de colombiano al exterior por motivos de salud, económicos, formas de gobierno de sus países de origen, desempleo, violencia y seguridad implican un gran cambio de costumbres, hábitos, desafíos, negaciones y dificultades por los cambios de idioma cuando ello sucede, y humillaciones a quienes tratan de ingresar a otros países sin los documentos requeridos.

Los migrantes internacionales sumaban en el 2020 aproximadamente 281 millones, que equivalen al 3.6% de la población mundial, de los cuales existen refugiados que en el 2022 ascendían a 32.5 millones que necesitaban protección internacional y el 72% procedían de sólo  nueve países Venezuela 5.6 millones, Ucrania 5.4 millones, Turquía 3.7Afghanistán 2.8, Siria 6.8, Pakistán 1.8%, Uganda 1.5 Sudán del Sur 2.4, Colombia 2.5, según la oficina OIM de Migración de la ONU, por tal razón existen remesas a otros países, en que EEUU ocupa el primer lugar con  las remesas  salidas por valor de US$68.000 millones de dólares seguidos de Los Emiratos árabes Unidos con US $ 43.200 millones de dólares.

El colombiano residente en la exterior jamás deja de sentirse orgulloso de su país y su naturaleza, su devoción por su cultura, y libertad, porque conoce el alma de sus hermanos de patria, el desarrollo de sus formas sociales, su música, literatura, la belleza de la naturaleza y su libertad.

El residente en el exterior aspira que su patria alcance la paz por el camino de la historia, como lo ha sido con el arte, la literatura  el deporte, o por la ruta de las ideas, en busca de la belleza y la verdad. No interesa que en  medio de sus desfallecimientos, dudas y perplejidades, olviden por instantes, la suprema lección de orden y rigor que la razón ha dado a todos los hombres.

Al país donde vieron las primeras luces, lo quieren intensamente cuando tienen hambre de equidad, de igualdad y justicia, cuando ven la razón amenazada, cuando ven encarnecida la dignidad de la inteligencia, cuando ven desprestigiada y falsificada la belleza y que la tierra se hace pequeña como un calabozo para encerrar la libertad del hombre miran fijamente hacia su patria.

A ella vuelven  empresarios, literatos y poetas espiritualmente siempre, porque tendrán una respuesta para sus dudas y cogitaciones. Pero como se comprenderá, este genero de tiránicas devociones intelectuales y sentimentales respecto de un país de una cultura y de una civilización que llevamos profundamente arraigadas deben tener un cambio y bienestar para que sus ciudadanos de todos los oficios y profesiones no emigren a otras naciones.

Por eso, vemos que nuestros problemas sociales son difíciles de solucionar. Pareciera que tienen su génesis en la conquista española y la mezcla de nuestra sangre indígena. Esa cultura hispánica, tiene todo los ingredientes y agravantes de una cruzada, Esta saturada de fanatismo religioso y por consiguiente, en ella interviene, con vigor incontrastable, la superstición teocrática del poder y el engaño.

En lo general resulta para un analista, escritor o simplemente un opinador, incómodo e impertinente, decir que las libertades y comportamientos resultaron mejores en el norte que en el sur del continente. Y que la democracia funciona también mejor en  quienes se acogieron a la reforma protestante. Sin embargo, esta diferencia en el estilo histórico del dominio europeo, explica también la diferencia de velocidad y de significado de cada uno de los procesos de independencia que adquieren los procesos de organización y comportamiento. Nada raro resulta, lo que dicen quienes afirman que el acogimiento de España a la religión católica y repudio a la Reforma tiene mucho que ver con el desarrollo y manera de ser de nuestros países colonizados no propiamente por ángeles sino por algunos bribones, que no nos ha permitido precisar estrictamente principios en que se fundamente la educación y la familia como núcleo esencial de la sociedad y que constituye nuestra vida.

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