Opinión

La iglesia medieval del Tolima

La iglesia medieval del Tolima

Parece que el clérigo Ricardo Zabala, olvidó las enseñanzas bíblicas que sostienen: “Vemos la paja en el ojo ajeno, y no vemos la viga en el nuestro” (Lucas 6:42), cuando en su sermón pronunciado en una reciente misa se refirió en tono discriminatorio, homofóbico, de odio, grosero y ofensivo contra la población homosexual. 

El párroco utilizando oraciones como: "Ahora, ¿a que no adivinan en Colombia cuál es la ciudad dónde más maricas hay?... ¿En dónde es? ¿De dónde salió la reina de los gays? ¡De Natagaima! ¿O sea que las maricas más bonitas a dónde están? Pues en Natagaima", salido de sus hábitos, criticó a la población LGTBI, dejando de lado la carga histórica de pecados y de pederastia que carga una parte de la iglesia Católica a nivel universal sobre sus espaldas. 

En Colombia, encabezados nada menos que por el por el Cardenal Darío Castrillón, quien en su momento fue acusado de encubrir casos de pederastia o los escandalosos casos denunciados contra el también Cardenal Alfonso López Trujillo.

El cura Zabala, mostró ese lado hipócrita y falso que tienen, por lo general todas las iglesias, católicas, evangélicas o protestantes. No se salva ninguna. 
Pero también el párroco de Natagaima, pasa por alto las diversas intervenciones que ha tenido el Papa Francisco sobre el tema, cuando el pontífice defiende que "las personas homosexuales tienen derecho a estar dentro de una familia" y que "son hijos de Dios".

Pero los casos de discriminación y orientación sexual o identidad de género de un individuo no debería ser una limitante para que sea tratado diferente y sus derechos se deben respetar tal y como lo establecen las leyes y las normas constitucionales de nuestro país.

 Colombia es un Estado laico no confesional que no puede suplantarse por las arengas medievales de un cura de parroquia. 

Hace unos días, fue el propio arzobispo de la Arquidiócesis de Ibagué, Orlando Roa Barbosa, quien protagonizó otro hecho de discriminación con los indígenas al tomar una imagen de un cacique abandonada en un lugar donde funcionaba una discoteca, tratando de responsabilizarla de los suicidios ocurridos en el puente de la variante. 

Por fortuna, el prelado reconoció su equivocación y pidió disculpas por sus afirmaciones, a las comunidades indígenas y personas que se consideraron afectadas por sus afirmaciones. 

Los hechos de Ibagué y Natagaima parecieran que no son aislados y que obedecen a un mismo patrón de una iglesia descontextualizada, no sintonizada con los tiempos modernos que se viven, desconectada de una realidad social, política y cultural; de una iglesia apegada a los viejos cartabones de hace cinco siglos o más. De una congregación medieval. 

Nosotros consideramos, en apegamiento a normas universales y a la legislación nacional, que debemos ser respetuosos con las tendencias y preferencias sexuales de las personas, de los diferentes ritos y expresiones religiosas, incluyendo a las etnias, y que debemos apartar todo discurso discriminatorio, homofóbico, o de odio. 

Debemos propender, especialmente la iglesia católica, por abrir puentes de entendimiento, de unión en la diversidad, para que todos juguemos en la misma cancha sin sesgos y matrices excluyentes. 

La iglesia tiene una responsabilidad enorme en la armonía y concordia de los ciudadanos; pregonar oraciones altisonantes contra grupos sociales minoritarios de cualquier especie o sentido, es fomentar la violencia hacia esos sectores, que en el fondo, enrarecen aún más la situación que vivimos de enfrentamientos constantes.
 
Sería deseable que ciertos sacerdotes y jerarcas del clero, controlarán más sus prejuicios morales y religiosos leyendo y poniendo en práctica los últimos documentos y enseñanzas papales que salen del Vaticano, antes que encerrase en credos desuetos y enterrados por la historia y el desarrollo social.

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