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Opinión

La dignidad de la derrota

La dignidad de la derrota

Por: Humberto Leyton

No sabemos cuántas notas y artículos se habrán escrito bajo este titular para asimilar cualquier perdida, bien en el deporte, la política, el amor, los negocios...No encontramos una reflexión más acertada para definir esta situación que la de Jorge Luis Borges: “La derrota tiene una dignidad que la ruidosa victoria no merece”.

Este pensamiento de tan solo 11 palabras significa el coraje y el valor con que deben asumir los líderes y los movimientos políticos que transitoriamente han aplazado sus sueños de esperanza, sus anhelos de un mejor mañana. Pertenecemos a esos ocho millones de colombianos que intentamos una utopía así nos hubieran dicho que era posible alcanzar la meta. No renunciaremos jamás a lograr el podio.

(Puede leer: La segunda vuelta será de la Colombia multicolor y diversa contra la maquinaria política)

En circunstancias diferentes, con otras palabras y en épocas distintas, Jorge Eliécer Gaitán, el líder liberal ante una derrota de su partido dijo: “Constituye un pecado el que a la primera derrota digamos que no hay razón para existir"; la lucha es prolongada y llena de dificultades, y quienes con dignidad abrazamos este camino sabemos que tenemos una amplia alameda para conquistar una nueva Colombia, más justa, incluyente y liberada de ataduras del pasado. Nos proponemos un verdadero desafío, ya Gustavo Petro logró unir a todos los sectores retardatarios, oscuros y reaccionarios de nuestra sociedad en un solo costal. Allí no falta nadie, les tienen pavor a los cambios y hacen hasta lo imposible por no perder sus privilegios que detentas desde hace más de 200 años.

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Las condiciones objetivas continuaran galopando a favor de la historia. Uribe-Duque no podrán resolver los profundos problemas sociales, económicos y estructurales que tenemos; por el contrario, se pueden profundizar más si llegaren a reformar la médula de los acuerdos de Paz; la que comenzó anoche con el aplazamiento indefinido por parte del Congreso de la reglamentación de la JEP, o si repite la historia del Estado policíaco de los ocho años de gobierno de Uribe.

Lograron prorrogar cuatro años más su régimen valiéndose del temor, el miedo, la calumnia y la trampa. Sin embargo, no nos consideramos pitonisos ni le damos lecturas subliminales al discurso que pronunció la noche de su elección el presidente Duque. Esperamos que se posesione y comience a gobernar para saber a qué atenernos. Podemos estar equivocados y no queremos prejuzgar.

De todas maneras, y aunque, no podemos hablar de muertos políticos, los partidos tradicionales y corruptos han entrado en una profunda crisis. Estas elecciones presidenciales dejaron en cuidados intensivos al partido liberal en primer lugar, conservadores, Cambio Radical y el partido de la U. Tuvieron que llegar como apéndice del Centro Democrático para poder subsistir. 

En cambio, surgió un resplandecer de nuevas fuerzas políticas que no ofrecen mermelada ni canonjías para ganar electores, nace una verdadera social democracia que tiene que enfrentar los desafíos que implica una oposición moderna, crítica, propositiva. Salirse del viejo discurso de la izquierda y ofrecer alternativas y soluciones claras y realizables.

(Puede leer: Petro tiene en la encrucijada al liberalismo y otros partidos)

Se debe aprovechar los últimos estertores de los partidos tradicionales para ganar sus bases y dirigencias regionales no contaminadas, que estén decididas a dar la batalla por logra los proyectos reivindicativos por los que han trabajado y nunca han cumplido por el engaño de sus dirigentes inescrupulosos.

Hay un sueño vigente por cumplir, y para ello se necesita el aporte de todos, sin marginamientos ni exclusiones de movimientos, partidos o personas.  

La esperanza es vigorosa e inteligente, la fiesta es para todos y no tiene cover. El cambio es posible y nadie se puede quedar sentado esperando que llegue en forma de milagro.

Los lazos de unidad, mística, fraternidad y solidaridad que dejó la Colombia Humana hay que fortalecerlos.

La formación de un gran frente social demócrata es la tarea inmediata. Aquí deben confluir el centro, la izquierda, la Alianza Verde, el Polo, liberales sin Gaviria, sectores conservadores, los creyentes y no creyentes, todas las etnias de nuestro país, incluyendo a los afrocolombianos, agremiaciones sociales, de trabajadores, estudiantes, campesinos y los sectores minoritarios como el LGTBI, entre otros.

Se debe entender que cada organización conserva su identidad política y organizativa independientemente al gran acuerdo por lo fundamental que se logre.

La conformación de este frente social demócrata nos servirá para emprender tareas como la consulta anticorrupción y las elecciones regionales y locales de 2019. Trabajo es lo que hay. ¡El futuro es nuestro, comencemos ya!

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