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La decencia y la mermelada

La decencia y la mermelada

 

Por: Marco Emilio Hincapié

Paradójicamente la historia de hace 70 años con Jorge Eliécer Gaitán, se repite en Colombia con otros protagonistas y otros escenarios. En aquella oportunidad era lo que el líder liberal llamaba "País Nacional contra el país político"; es decir, todos los estamentos contaminados oligárquicos de la época contra el pueblo representado en el asesinado dirigente.

Era la plutocracia bipartidista liberal-conservadora que se negaba a entregar el poder, aunque para ello tuviera que acudir a horrendos métodos violentos que iniciaron una estela de sangre que se prolongó por más de 50 años, y que luego propició la formación del Frente Nacional donde liberales y conservadores se alternaron el poder por 16 años, castrando el pensamiento y el surgimiento de nuevas ideas y agrupaciones políticas y sociales distintas a las clases dominantes.

Más tarde, la Constitución del 91, enterró la Constitución del 86, abrió las puertas de la democracia para que surgieran nuevos partidos, nuevas propuestas y nuevas dirigencias locales, regionales y nacionales distintas a las bipartidistas. Los cambios experimentados tanto sociales y políticos desde entonces, han hecho que los sectores más retardatarios se unifiquen para recortar conquistas en el campo educativo, de la salud y de avances democráticos, conseguidos a través de la Constitución del 91.

Pero en esta oportunidad, con el surgimiento del fenómeno Petro, ven amenazados seriamente sus privilegios y la estabilidad en el poder que han detentado en beneficio propio y de extranjeros por más de 200 años, y no encuentran más alternativa que unir la colcha de retazos que queda de los partidos tradicionales. Con otros nombres como: Centro Democrático (CD), Cambio Radical, Partido Social de Unidad Nacional (U), los rescoldos del liberalismo entreguista y vendido de César Gaviria y los restos del conservatismo, asustados y temerosos ante los resultados de las elecciones de primera vuelta del pasado 27 de mayo, donde el voto de opinión fue protagonista y acabó con la vida política de partidos como el Liberal, el  Conservador, Cambio Radical y la U; hoy ante la falta de electorado y de clientela, mecánica y artificialmente se unen al candidato Iván Duque (CD), como tabla de salvación para mantener la mermelada, la corrupción y la clientela política que siempre han detentado.

Y como si advirtieran una derrota estruendosa, se le pegan al avión fallando cuestionados gremios económicos como la Sociedad de Agricultores de Colombia-SAC (terratenientes); Fenalco (grandes comerciantes) y gremios económicos de poderosos industriales y del capital financiero, todos ellos beneficiarios de la explotación de los trabajadores, campesinos y del pueblo colombiano en general. Se les olvidó la neutralidad política que hipócritamente han reclamado. Además, como expresión de estos intereses, arrastran a los grandes medios de comunicación masiva de su propiedad, incluyendo a ciertas firmas encuestadoras, para ejercer el papel de máquinas de propaganda del régimen. No importa que haya que calumniar, mentir, manipular, inventar.

En conclusión, como lo dijera el columnista de El Espectador, Julio César Londoño, Duque representa la facción más cuestionada de la política nacional, a donde llegaron los más disimiles intereses de la corrupción y clientelismo. "Su coalición es un popurrí demasiado "dinámico", un sainete tragicómico, una escombrera de ideológica, una suma de detritus colosal", y se pregunta: "¿Cómo pudieron confluir allí Gaviria, Ordoñez, Pastrana, Vargas Lleras, Uribe, Andrade, Barguil, los pastores y los sicarios? Nadie los entiende. Parece que el "fenómeno Petro" hizo el milagro. Resultó cierta la vieja sentencia: nada espanta tanto a los bávaros como lo ideas", concluye. Y nosotros agregamos: con razón Duque le teme tanto al debate público con Petro.  

Esto es una lucha bíblica de David contra Golead. De Petro contra todo el establecimiento corrupto y putrefacto.

Entretanto, en la otra orilla, nos encontramos los decentes y con dignidad. Aquellos que no renunciamos a nuestros principios por cálculos electorales, contratos ni mermelada de momento, los que aspiramos a verdaderos cambios en las estructuras caducas de nuestro país. Los que nos resistimos a continuar en una patria desigual e injusta.

Por eso, aquí confluimos todos los estratos sociales sin distingo de credos políticos o religiosos, estudiantes, trabajadores, campesinos, empresarios, artesanos, artistas, minorías excluidas, hombres y mujeres de la Colombia profunda. Somos el País Nacional del que hablara Gaitán, los que estamos cansados de la repetición de regímenes  corruptos cada cuatro años.

Aquí estamos los que queremos transformaciones, los que aspiramos a un mejor mañana, los que luchamos por una nueva esperanza con la Colombia Humana. Los que no le tememos a un futuro mejor para nuestro país.

Este domingo 17 de junio, comenzaremos a construir la nueva historia de Colombia, la de todos sin exclusiones.  

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