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Opinión

La batalla del Pos Conflicto

La batalla del Pos Conflicto

Por: Fernando Varón Palomino

Nos hemos caracterizado por ser un pueblo guerrerista, así sean muy pocos los que han estado en la batalla, hasta para buscar la paz nos enfrentamos, casi siempre sin argumentos pero sí la efervescencia machista de querer apabullar  al opositor a la fuerza. Esta aptitud no ha escapado en los últimos cuatro años cuando el Presidente Juan Manuel Santos, quizá como última oportunidad, jugó, como es su afición, todas las cartas para llegar a un acuerdo, no para la paz absoluta que no existe en ningún lugar del mundo, sino para reducir la intensidad del conflicto. Ad portas de un plebiscito en el cual se le preguntará al elector; “¿si apoya el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?”, e independiente del resultado final, el meollo del asunto, está en la construcción de una paz estable y duradera, que solo se podrá hacer con una gran inversión social y esta solo se hace con plata y precisamente es lo que no hay.

Al inicio de los diálogos de paz en la Habana, los indicadores económicos para el país eran relativamente  buenos, el desempleo empezaba a tener un dígito, la balanza comercial era positiva, la inflación estaba controlada pero era evidente que la deuda pública empezaba hacer efectos, no solo por la crisis petrolera sino por el incremento del gasto público, el aumento de la nómina estatal, en fin, lo cual llevó a una reforma fiscal parcial para cubrir, así se negara, el déficit fiscal de 12.5 Billones pero que la reforma solo alcanzó a recaudar 5.7 billones. Frente a la realidad actual, el gobierno Santos anuncia congelamiento de la nómina, apretón en los gastos generales, reducción de la bolsa pública y un presupuesto aforado en 224,4 billones para 2017 y que solo para inversión es de 32.9 billones y el agro, fuente de inspiración en los diálogos con las Farc, será uno de los sectores más castigados, si los recursos no alcanzan, cómo se hará una paz estable y duradera?, si el 48% de los trabajadores colombianos reciben menos del mínimo, según Estudios Nacionales sobre el Trabajo Decente de la Red latinoamericana y que la justicia en Colombia es un remedo de justicia. La situación fiscal del país, desde el inicio de los diálogos ha venido empeorando, la inflación va en aumento y no es solo por los fenómenos naturales, existe desaceleración en la economía.  Entonces, más allá de mirar lo mediático de que la paz si o no, hay que mirar el futuro y ese precisamente es incierto, claro, con guerra o para no herir, ni que se sienta amenazados los del NO, el conflicto,  será aún más incierto.

Como la bolsa es reducida para empezar darle forma al acuerdo con la guerrilla de las Farc, se vislumbra una gran batalla. Por una parte Timochenko, haciendo cumplir lo acordado que aún no se sabe cuánto le costará al fisco y cuantos años será, por la otra, con justa razón, los gobernadores y alcaldes, que requieren no solo que la participación no se siga reduciendo sino que por el contrario el aporte a los entes territoriales les permita hacer inversión social que fue precisamente la falta de ella, lo que inspiró inicialmente a la guerrilla más antigua del continente. Como colofón, la clase política también mostrará sus “buenas” intenciones en aprovechar la coyuntura.

Queda claro, que la batalla del posconflicto será por los recursos y que Juan Manuel Santos, entregará un acuerdo con las Farc pero no un país en paz pero es una propuesta viable a aquella de seguir con una guerra inútil, donde lo que va en aumento son los muertos pero que conserva estable y con tendencia a la baja, el desequilibrio social que solo engendra más violencia.

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