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Opinión

Historia y Memoria: dilema de la fecha de fundación de Dolores, Tolima

Historia y Memoria: dilema de la fecha de fundación de Dolores, Tolima

 Por Héctor León Hernández Flórez
*Magíster en Estudios de Paz


Mientras la historia es oficial, la memoria pretende ser social y colectiva. Esto quiere decir que la memoria, más allá de volver al pasado o a los hechos históricos como algo inamovible o inerte, o bajo una mirada de resignación, su objetivo es volver al pasado con un sentido social, sentido de presente y futuro, dando voz a los desoídos como sujetos históricos.

La historia la cuentan los historiadores, mientras que la memoria la cuentan las múltiples voces de los pueblos, algunos hasta la cantan o la expresan cotidianamente de formas sutiles. Pero para evitar que se pierda la memoria colectiva se debe reconstruir, se requiere de una documentación, investigación social, publicación y pedagogía como se viene haciendo en varios municipios y subregiones del país, cuestión que como siempre, depende del conocimiento y voluntad de las administraciones y del compromiso de las entidades territoriales como ejecutores de políticas públicas de memoria ya existentes pero que aún no logran llegar a todo el territorio nacional.

Esto no quiere decir que sean en vano los grandes aportes de nuestros historiadores que con disciplina, método, ciencia y juicio, además de una excelente preparación y cultura nos comparten sus experiencias.

Sus documentos e investigaciones seguirán siendo puntos de partida que en buena medida contribuyen a orientar momentos, hitos e información para contrastar con lo que serían las memorias colectivas, que una vez consolidadas generan mayor cercanía, identidad y arraigo al convertir a cada doloreño y doloreña en actor protagonista de la reconstrucción de su memoria o historia social.

El enfoque de memoria permite generar con mayor eficacia el impacto esperado con este tipo de ejercicios psicosociales de recordar a nivel colectivo hechos buenos y malos para tejernos y dar un sentido de futuro a esos recuerdos que residen en la memoria colectiva.

Entretanto, en nuestro municipio de Dolores hemos contado con suerte. Este hermoso terruño vio nacer al periodista, realizador audiovisual, escritor e historiador Lizandro Penagos Cortés, quien en sus escritos como “De vidas breves y bravas: Historias de gente como uno” muestra una etapa de “violentólogo”, al estilo de los primeros estudios sobre la violencia en Colombia de la Universidad Nacional de Bogotá, recordándonos su niñez en el campo y su cercanía y sensibilidad por la lectura, pero también por la cultura popular.


Vista desde el mirador histórico predio “La Antena”, antiguos estudios de Radio Altamizal. Tomada por H. L. Hernández Flórez (2024)

Un señor muy actualizado con su época, ahora recientemente publicó “Bicible-mente” sobre historias de superación de ciclistas que sorprendieron al autor en sus viajes y recorridos. Dichos caminos van incluso a lugares como la imponente Nueva York, del cual también había publicado saliendo de la pandemia las crónicas: “Si en Nueva York llovía, en Cali no escampaba”, a propósito de sus viajes a Norteamérica, en particular, a esta imponente y moderna ciudad “Capital del mundo”, como también a la imponente capital vallecaucana con la hiperdiversidad del pacífico y las problemáticas sociales que cuenta a través de la salsa, el contexto de los tiempos dorados del narcotráfico en los años 80’s en Cali. Lugares que han inspirado al profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad Autónoma de Occidente.

Este es solo un breve resumen de su extensa obra y contenidos en físico y digitales de audiovisuales, crónicas, reportajes y artículos de opinión en diversos medios de comunicación.

Corrimos con suerte en Dolores de contar con un profesor e historiador crítico de la historia y cercano a la cultura popular y la gente, lo que le ha permitido afinar su pluma y al tiempo ha contribuido con escritos sobre el municipio como antesala a los tiempos de un pueblo con memoria viva –en el sentido académico y popular- no de slogan o lema de gobierno en estos tiempos del “boom” de la memoria,  en donde no solo la sociedad civil, sino el Estado, las empresas y otros oportunistas relacionan todo tipo de actividad mercantil con la memoria histórica sin encontrar un enfoque genuino de memoria.

No recordar por recordar: el sentido de la memoria histórica y colectiva

El pasado 17 de enero de este 2025, la Alcaldía Municipal celebró los aparentes 325 años de la historia de Dolores. Reconociendo los esfuerzos y la importancia que por fin se viene dando a esta fecha, queda también la sensación que estos tiempos actuales ya no soportamos los sermones desconectados de la historia y la memoria, más allá de las típicas y “fasilongas” ovaciones, expresiones de cariño y lugares comunes como “no todos los días se cumplen 325 años”: frase que se repitió infinidad de veces para evadir reflexiones más profundas y con sentido crítico.

Si se habla desde la historia oficial, por supuesto, que la única conclusión fácil y precipitada sería que el municipio fue “fundado” por los padres agustinos en 1700. Aunque los mismos hagan referencia al hecho que en 1537 llegara Gonzalo Jiménez de Quesada y dejara constancia de la existencia de tribus coyaimas (natagaimas-ambicaes) en esta zona alta.

Mientras que desde la memoria social o histórica, Dolores es un pueblo prehispánico. Este territorio ancestral se denominaba Ambicá, por los indígenas ambicaes -Pijaos coyaimas-natagaimas de alta montaña- que dejaron pictogramas de arte rupestre, o como recién dijera nuestro Presidente Gustavo Petro: prueba de los primeros artistas de la historia de América.

Ambicá también sigue siendo el nombre de la emblemática vereda doloreña que en el siglo XX estuvo en poder del político liberal doloreño “Lord Parga” y quien autogestionadamente parceló y entregó a los campesinos, adelantándose a lo que debía ser una reforma agraria nacional, por su talante liberal pero autocrítico de su propio partido.

Por las razones expuestas, como acto de justicia histórica, se debería hablar de la REFUNDACIÓN de Dolores por parte de los padres agustinos, reconociendo que somos parte del antiguo territorio ambicareño. En ese sentido, Dolores -nombre colonial- o San Antonio Abad del Páramo de los Dolores -más colonial aún- también comparte un nombre raizal que sería Ambicá –vocablo raizal- y esto es motivo de orgullo.

Algunos pueblos como Nuestra Señora del Carmen de Coyaima, San Onofre de Torobé o San Basilio de Palenque, aún conservan parte de un nombre raizal junto a su renombre colonial. Injusticias históricas en simbolismos que hablan también de las ventajas y desventajas de los pueblos.

Valga decir que si no se hubiese cometido un genocidio cultural de nuestros indígenas coyaimas-ambicáes (pijaos de alta montaña) muy seguramente nos llamaríamos como muestra de resistencia: Nuestra Señora de los Dolores de Ambicá. Ante esta realidad histórica se plantean los siguientes interrogantes:

¿Si la fundación de este territorio ancestral pudo darse entre el siglo V y el siglo XV d. C, según fuentes oficiales, pero no se descarta que sus primeros asentamientos se hayan dado antes del nacimiento de Cristo, por qué no se vincula este relato histórico en las conmemoraciones?

Dolores es un pueblo muy antiguo con algunos vacíos y silencios en su rica historia no solo la indígena prehispánica sino también de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX aun inexplorada por la academia, la gente del común y por supuesto los gobiernos departamentales y locales. En un país en posconflicto y en fase de construcción de bases para la paz, es decir, en transición, ¿por qué aún no se adoptan políticas públicas, incluso, cuando se trata de normas vigentes en materia de memoria e investigación social regional?

Por lo mismo, la sociedad civil debe exigir sus nuevos derechos a la memoria y la verdad, para transformar la visión de la historia y la memoria que hasta ahora es vista como una cuestión protocolaria, lema de gobierno o conmemoración anual, más bien, para entenderla como lo que es, una herramienta pedagógica y educativa para el cambio social y la conciencia histórica, por ejemplo, como forma de respeto al territorio y la naturaleza a través de su reconocimiento y apropiación, la identificación de hechos históricos que no se quieren repetir y el rescate de resistencias culturales y cotidianas a pesar del conflicto armado.

Nota: Desde 2021, Altamizal Memoria, propicia el rescate de la memoria histórica, radial-sonora, cultural y ambiental de este hermoso poblado inexplorado entre montañas donde mis abuelitos fueron pioneros de la comunicación en el Suroriente tolimense, primero a través del altoparlante denominado “La Voz del Pueblo” desde 1954 como antesala a la fundación de la Radio Altamizal en los 1520 Khtz desde 1970 hasta el año 2003, dejando huella en la memoria colectiva, pero con un sentido de presente y futuro. 

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