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Opinión

Ferro y su prueba de fuego

Ferro y su prueba de fuego

Por Iván Ramírez Suárez

@jiramirezsuarez

Ricardo Ferro, como buen jugador de fútbol que es, no debe olvidar que los técnicos se sostienen si acumulan resultados positivos en su ejercicio funcional, los que se consiguen si existe un equipo humano competitivo, credibilidad, disciplina y respeto de su camerino, sumado a una necesaria coherencia entre lo que piensa, dice y hace en su trabajo físico, técnico y futbolístico diario.

Enfrascado en su actual rol como codirector de las huestes del Centro Democrático en el departamento, a Ferro la práctica política le pone a prueba por primera vez su coherencia entre las ideas y argumentos de campaña, que fueron pilares para su elección como Representante a la Cámara por el Tolima, y la situación de aceptar o no jugadores expulsados, rechazados y desgastados de otros equipos, que en nada compaginan con su discurso anticorrupción y de renovación de la clase política.

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La llegada al Centro Democrático de Carlos Eduard Osorio, Jorge Tulio Rodríguez y Harold Urrea, es la más dura prueba a esa coherencia política trillada en su discurso de campaña, porque son éstos precisamente, los más fieles exponentes de una corrupta forma de hacer política a costa del erario, el engaño al elector y el clientelismo, expresiones que él se comprometió a combatir y erradicar en nuestro departamento.

Pero, además, la llegada del triunvirato a la campaña presidencial de Iván Duque es la desesperada búsqueda de hallar una tabla de salvación burocrática, ante la abultada cuenta de cobro que le pasaron los tolimenses en la pasada campaña, negándoles el respaldo a sus pretensiones de lograr sendas curules en la Cámara y el Senado.

Esta jugada de oportunismo electoral pretende en primer lugar mantener la numerosa clientela burocrática entregada por Juan Manuel Santos en sus ocho años de gobierno, suponiendo que Duque puede ser electo presidente y se las mantenga. Y, además, su reencauche político, tras un soporte partidista a la ambiciosa pretensión de postularse - Jorge Tulio Y Osorio - como aspirantes a la alcaldía de Ibagué y a la gobernación del Tolima, respectivamente.

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Luego, no es atrevido imaginar una escena futura de Francisco Mejía y Ricardo Ferro en una tarima del Parque Murillo Toro, asidos fuerte de mano alzada con sus candidatos gritando: Jorge Tulio, Jorge Tulio, Carlos Eduard, Carlos Eduard.

Difícil la tienen las huestes uribistas en el Tolima, con la benevolencia dada en plaza pública por su líder a los responsables de los mayores males acaecidos en Ibagué en los tres últimos lustros. Una dura prueba de fuego para quienes dicen encarnar una nueva forma de hacer política en el departamento y quieren marcar distancia con liderazgos cuestionados.

¿O aplicarán la ley Juan Manuel Santos?: “Quien no cambia de ideas es un idiota”. Habrá que esperar.

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