Opinión

El papel de los gremios

El papel de los gremios

Por Carlos Alberto Estefan Upegui
Exgobernador del Tolima


Los gremios económicos hace varios años han ido adaptando su rol y su relación con el Estado, en la medida en que la política económica así lo ha determinado; por ejemplo, en la época de la Cepal prácticamente no se tomaba ninguna determinación sin contar con su beneplácito, además de ejercer una acción colectiva en favor de una industria o una actividad particular o del conjunto de la actividad privada, tal como lo describe el trabajo clásico de Olson (1965).

Uno de los requisitos fundamentales para su éxito era que fuesen realmente representativos, típicamente formales, estructurados, transparente y sus acciones reconocidas y difundidas a la opinión pública…

Inclusive, “una característica de los gremios en América Latina era la frecuencia con que algunos de sus miembros eran nombrados en altas posiciones de los gobiernos”, (Schneider 2004-2006).

Viene luego el proceso de apertura económica, sumado igualmente a unas buenas relaciones, a través de audiencias, peticiones respetuosas y formales, los Consejos de Cadena; foros académicos, congresos gremiales, convenios y demás instancias utilizadas para asegurar su participación; como también el estudio y análisis de proyectos de ley preparados muchas veces de manera conjunta con el ejecutivo para unificar sus opiniones. 

Sin embargo, hoy día las cosas han cambiado, debiendo comenzar por revisar si continúan sirviendo de caja de resonancia de gritos e insultos y si quienes los presiden optan por prestarse para intereses distintos y convertirse en mini directorios políticos.

Los gremios no pueden ser inferiores a la capacidad de conciliar y llegar a acuerdos con el gobierno, entendiéndose que por su condición de representantes gremiales deben ejercer su papel con total transparencia y ecuanimidad, pues no está bien que su posición intransigente y terca mantenga altercados con el gobierno en causas distintas a su condición y no siempre del querer de todos sus afiliados.

La anterior reflexión surge de la forma como aparentemente vienen manejado su relación con el sector oficial, a criterio de algunos analistas solo con el afán de polemizar y confrontarse políticamente en lugar de propiciar condiciones y tender puentes para un buen entendimiento de sus agremiados con el gobierno y en favor del país.

Es hora de reflexionar y analizar con inteligencia el papel que vienen desempeñando en la actual coyuntura como activistas políticos.

He sido presidente de gremio (Fenavi y Analac) y si bien en su momento me correspondió reclamar y exigir determinaciones que eran en justicia las que correspondían al interés de los afiliados, nunca optamos por irrespetar al Jefe de Estado ni a los ministros de Agricultura de turno, porque consideramos que nuestra posición gremial primero que todo debía ser inteligente y cordial, no por esa razón débil ni inconsecuente.

Pero lo que estamos observando ahora son unos gremios prestándose para inflar egos, enfriando las relaciones con el gobierno, creando heridas y resentimientos más que instancias de diálogo y concertación.

Allá que cada uno resuelva si el resultado de esa estrategia sea bueno o no, cuando más bien debe prevalecer la racionalidad y la cordura.

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