Opinión

Rebaños y pastores

Rebaños y pastores

Por: Julio César Carrión Castro

Históricamente ha sido enorme la cantidad de tutores, maestros, sacerdotes y todo tipo de líderes y caudillos, que han fungido como guías y orientadores de los más diversos grupos y comunidades.

Apreciados dirigentes de multitudes que, acuciosamente, han tomado sobre sí la tarea de conducir, llevar, orientar, guiar y supervisar el paso del rebaño humano hacia la felicidad, la paz, la dicha o la fortuna. Incluso estos ejemplares personajes se han esmerado en encaminarlos hacia la "libertad" y a la emancipación de todo yugo, es decir, hacia la mismísima "mayoría de edad"...

A pesar de dichos "esfuerzos" -o tal vez gracias a ellos- la soñada mayoría de edad de la humanidad se ha visto como algo irrealizable; ha tenido serios inconvenientes y dificultades, y no solo por la permanente y anacrónica presencia de las convicciones religiosas, sino también —particularmente en la llamada civilización occidental y cristiana—, por la subordinación acrítica a los poderes establecidos.

Este sistema mundo-occidental siempre funcionó desde antaño, con la minoría de edad, con la subalternidad, como resultado de la imposición en la estructura moral de las personas de la obediencia y la docilidad al poder establecido (tanto al temporal como al supuestamente "divino", que enseñó —y sigue enseñando— la llamada doctrina del cristianismo.

Los diferentes imperios subyugaron a la humanidad en la medida que contaron con ese poder hegemónico de la religión cristiana que siempre les ha dado una gran capacidad cohesionadora y persuasiva.

Pero, hoy, a pesar de que este poder temporal y divino ha  decrecido, a pesar de que el Vaticano ya no es tan poderoso como antes, pervive la minoría de edad debido al inobjetable triunfo de la sociedad del espectáculo, del capitalismo de masas, del rampante uniformismo gregario de las modas, de los gustos, a la imposición de nuevos mitos y "valores", como el ideal de "progreso", a las reales y supuestas certezas del cientismo y, en fin, por el llamado "pensamiento único", que occidente exporta y difunde planetariamente.

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