Opinión

Al oído de los alcaldes del norte del Tolima

Al oído de los alcaldes del norte del Tolima

El ex ministro y exrector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, el caldense José Fernando Isaza, en su columna habitual en El Espectador del pasado 19 de septiembre, que titula ‘Colonización’, en alusión a la más reciente obra literaria del escritor tolimense William Ospina, ‘Guayacanal’, rememora con lujo lo que fue la colonización antioqueña impulsada por el cultivo del café en la cordillera Central.

Escribe el exministro Isaza que “la mayor parte de los historiadores de la colonización antioqueña se concentran sobre la cuenca del río Cauca, y que no es tan abundante la crónica sobre los asentamientos en los municipios de Pensilvania y Manzanares en Caldas, y Fresno y Líbano en el Tolima”.

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Y explica que esa situación pudo haber sido producto de la influencia de la religión, que fue mucho más “acentuada en la vertiente del Cauca, los denominados valores de la antioqueñidad fueron más pronunciados entre los colonos que se desplazaban de Abejorral y Andes a Sevilla, que entre quienes los hicieron de Sonsón al Líbano (algunos de estos eran rosacrucistas, espiritistas y masones)”.

Dice el ex ministro historiador en su columna que “La arquitectura de la colonización cafetera se ha conservado en la vertiente del Cauca; a pesar de algunas demoliciones, aún se preservan en el centro de Salamina casas de la época". Y agrega que “el espíritu liberal de los colonos de la vertiente del Magdalena se manifiesta especialmente en Líbano. En 1929, el bolchevique Partido Socialista Revolucionario preparaba una toma de varias localidades; la fecha escogida era a finales de julio, pues el Ejército estaría ocupado preparándose para los festejos patrios. Pero días antes se decidió abortar la audaz aventura, iba a ser un fracaso. El telegrama a los revolucionarios de Líbano anunciando la cancelación de la toma no llegó. El 29 de julio, 300 campesinos ocuparon la población durante 74 horas. Fue la primera insurrección armada en América Latina de inspiración comunista. La represión fue sangrienta, se torturó y asesinó a los insurgentes. La semilla de la insurrección se mantuvo; el 9 de abril de 1948, el levantamiento campesino depuso a las autoridades locales y estableció una zona independiente que logró subsistir durante una semana, período más prolongado que la toma del poder popular en Barrancabermeja, levantamiento popular desencadenado por el asesinato de Gaitán”.

Puede leer: Lea la columna de opinión en el portal web de El Espectador

Remata el académico José Fernando Isaza su columna con una mención directa sobre la importancia de conservar la arquitectura colonial. “La cabecera de Líbano, a pesar de estar alejada de las vías troncales, continúa siendo un importante centro de la región cafetera del norte del Tolima. Lastimosamente, casi todos los vestigios de la arquitectura de la colonización cafetera han sido reemplazados por construcciones anodinas, tan populares a mediados del siglo pasado”.

Adenda 1
No solo por la negligencia del actual alcalde y los anteriores, nunca se hizo gestión alguna ante el Consejo Departamental de Patrimonio, a fin de preservar esa riqueza histórica. Cuando se desconoce la historia, se hace hasta para vender.

Adenda 2
A propósito de una referencia que hace la oficina de comunicaciones de la Universidad Jorge Tadeo Lozano sobre la columna ‘Colonización’, se pone a Padua como de Antioquia. Padua, que es la cuna de William Ospina, es corregimiento del municipio de Herveo.

(En un relato sobre la vida de sus bisabuelos, de sus abuelos y de Padua (Antioquia) se concentra la trama del más reciente libro de William Ospina, titulado “Guayacanal”).

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