Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Historias

Se sacan piojos a domicilio

Se sacan piojos a domicilio

Una madre hace lo que sea por sus hijos. Si no tiene comida la busca donde sea. Si no hay un trabajo lo encuentra o, como es el caso de Carolina, se lo inventa. 

Carolina Andrade trabaja hace 4 años matando piojos a domicilio. Parece uno de esos empleos rarísimos y hasta macondianos, similar a otros: en Bucaramanga una mujer trabaja rezando avemarías por las almas de muertos ajenos. En Medellín otra mujer tiene un lavamanos ambulante. Otros trabajos que en un principio eran raros se convirtieron en comunes. Hace 15 años un vendedor de minutos de celular, cuando lo normal eran las cabinas telefónicas, era una extravagancia. Muchas personas hacen lo que sea por no tener jefes.

Carolina es un poco reacia para hablar de su trabajo “Hablar con gente sobre mi trabajo no es fácil. La edad influye mucho en el respeto porque muchos piensan que es un juego y no lo es". La han llamado de varios medios para hacer notas sobre su trabajo. “Hassan me volvió famosa cuando hizo una nota de las “Colombianadas” sobre mí. Desde ahí me llaman mucho”, dice Carolina.

(Puede leer más historias: En la Subienda de Honda se pesca hasta con las manos)

La mayoría de las personas no es amiga de los piojos. Asco o miedo a todo lo que representan en la sociedad hacen que pocos se midan a sacarlos. Los piojos son desaseo, son enfermedades, son lo peor que le puede pasar a un niño o niña en el colegio. Ahí es donde está la razón de ser del trabajo de Carolina.

“Yo tenía un salón de belleza”, dice. “Muchas mamás llegaban a hacerle trenzas y moñitas a sus hijas yo se las hacía. Yo vi que las niñas escolares tenían muchos piojos, entonces yo veía que había la oportunidad de limpiarles las cabezas a las niñas antes de peinarlas les ofrecí el servicio a las mamás.” Ahora, dice, solo que alcanza el tiempo para limpiarles la cabeza a las niñas.

Si alguien necesita un servicio a domicilio deben llamar con tiempo y hacer la reserva. Ella se desplaza a cualquier lugar en Florencia y lleva todo lo necesario: los peines, los champús, todo natural. Dice Carolina que no aconseja el uso de químicos para combatir los piojos: si un producto está hecho para matar un organismo eso es un veneno. Y los venenos no son para aplicarse en el cuerpo.

Carolina van con sus herramientas hasta el hogar de sus clientes y comienza el proceso de limpieza. Con un peine comienza a hacer el arrastre de los piojos y las liendras, luego aplica una loción humectante que afloja las liendres y vuelve a hacer la pasada con el peine las veces que sea necesario. Es un trabajo de una madre para otras madres, un compartir cuidados.

El precio de la limpieza depende de qué tan “curtida” está la cabeza. “Uno se puede demorar horas limpiando una cabeza, o puede demorarse un par de minutos. De ahí se define el precio de la limpieza”, dice Carolina. No le gusta decir cuántas personas atiende al día, pero insinúa que son varias.
Su local lo tiene en Florencia, Caquetá, donde se volvió conocida cuando puso por primera vez el anuncio, grande y en colores llamativos: “¡Pijos no más! Se sacan piojos a domicilio.” Comenzaron a llegar personas, atraídas por lo curioso de la oferta, a preguntar. 

(Puede leer más historias: Las aguas que corrían por las calles de Mariquita eran milagrosas)

La noticia de la mujer que saca piojos a domicilio comenzó a correr, y no solo en Florencia, sino que gracias a las notas que le hicieron los medios nacionales ahora la llaman de muchos lados. “A veces me llaman de ciudades muy lejos de Florencia, porque alguien les pasa mi teléfono y piensan que soy de su misma ciudad. Entonces lo único que puedo hacer es darles consejos, porque no puedo viajar a otra ciudad y dejar mi clientela en Florencia”.

“Después de la nota en Caracol me di cuenta de que era algo muy serio. De ahí me puse a estudiar sobre pediculosis (Infestación de la piel por piojos que causa una irritación cutánea), sobre por qué les daba a los humanos, cuáles son los tres tipos de piojos que atacan a los humanos, todo ese tipo de cosas”, dice.
Ahora Carolina reparte su tiempo entre limpiar cabezas en Florencia y contestar llamadas de todo el país.

“Después de las notas esas me llaman mamás de todo lado a preguntarme por remedios para los piojos. Muchas no saben qué hacer cuando sus hijos resultan con piojos o quieren evitar que sus hijos resulten con piojos”, dice Carolina. Es tanta la demanda que tiene en Florencia que solo se dedica a eso.

Es muy difícil evitar que los niños tengan piojos, dice Carolina. Cuando comienzan a ir a los jardines infantiles, cuando frecuentan parques o conocen nuevos amigos el peligro de los piojos está presente. Es casi una etapa obligatoria de la vida. “He peinado hijas de médicos, de ingenieros, es una problemática que a cualquiera puede atacar. Los pijos ni discriminan clases ni estratos sociales”.

Cuando se le pregunta por la razón por cual llegó a ese trabajo dice que lo hizo, en primera medida, por necesidad. “Una madre busca de cualquier manera darles a los hijos lo que necesitan. Cuando los hijos preguntan que qué es la comida, y no hay nada, eso es duro. Al ver a mis hijos con piojos me surgió la idea y ahora trabajo es para ellos. Por mis hijos y, en cierta medida, por los hijos de los demás, por su salud”, dice Carolina.

“Los piojos son un problema serio. Pueden traer enfermedades. Yo, en cierta manera, le presto un servicio a la comunidad intentando erradicarlos de las cabezas de los niños”. Piensan en oficializar más el negocio, capacitarse para tratar de trabajar con la Secretaría de Salud, construir un proyecto de salud público, hacer campañas colectivas. Allá piensa llevar su negocio con el tiempo. Ampliar el local en donde está hoy, separarlo por secciones y ofrecer muchos servicios. 

Carolina no se inventó su trabajo. Hay noticias del año 2002 que registran una mujer que lo hacía en Bogotá. En los últimos años han salido varias personas que trabajan en el mismo oficio. En Bogotá, inclusive, montaron una empresa llamada “Cabellos Sanos. Organización Colombiana contra la Pediculosis S.A.” Tiene productos propios y trabajan con máquinas modernas. Lo que era un trabajo único se ha ido convirtiendo en un trabajo normal, como vender minutos. Para Carolina eso es una buena noticia. “Nos vamos profesionalizando, abriendo caminos.”

Así que si usted, o algunos de sus conocidos, está sufriendo de piojos no dude en pegarse el viaje hasta Florencia. O si no tiene tiempo, no dude en llamar a Carolina y pedirle algún consejo: ella lo hará con gusto.

(Puede leer más historias: La nueva ruta de la ciudad perdida la que se tragó la selva en el corazon del tolima)

Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados