Por: Henry Rengifo

Julián Andrés Giraldo no borra de su memoria ese miércoles de octubre de 2009.  A las 8 de la mañana salió de su lugar de trabajo en el sector de El Lago en Bogotá, con destino a un centro hospitalario, a fin de cumplir una cita médica de rutina.

Después de los exámenes de rigor se encontró con un sorpresivo y desagradable dictamen. El diagnóstico no podía ser más desalentador: insuficiencia renal terminal no especificada. Esa situación lo llevó de inmediato a cuidados intensivos. Al tiempo que empezaba una carrera por salvar su vida, no dejaba de pensar en sus dos pequeños hijos, Adrián David de 3 años y Gabriela de 8 meses.

El tratamiento de diálisis se inicia de inmediato, pero a los 4 meses de estar en ese procedimiento sufre un paro cardiaco en plena máquina de diálisis. En medio de la incertidumbre y también de la depresión, pero también con todas las ganas de vivir, sobre todo por sus hijos, Julián Andrés había iniciado el proceso de buscar un donante.

El primo donante

El 17 de febrero de 2010 lo llaman de la clínica para avisarle que ya tenía donante, que solo faltaban unos pocos exámenes para determinar la compatibilidad. Salió a toda prisa porque en esos casos hay que obrar con prontitud. En el trayecto hacia la clínica se encomendó a todos los santos, pidió que todo saliera bien. Pensó en el donante que le iba a prolongar su vida. Quería saber de él, si era fallecido o era una persona viva. Lo cierto es que iba con la adrenalina a mil.

Al enterarse sobre su donante de riñón, Julián Andrés cuenta que ha sido una de las noticias más gratificantes que ha recibido en toda su vida. El donante era su primo hermano José Guillermo Hincapié. Nunca lo puso al tanto que iba a ser su donante, de ahí su agradable sorpresa. José Guillermo ha estado siempre a su lado, siempre pendiente, siempre dispuesto para lo que necesite. Se convirtió en su ángel salvador. A las 5 de la mañana de ese 17 de febrero 2010 en la Clínica Marly le realizan el trasplante.   

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Hoy, a los 43 años de edad, Julián Andrés Giraldo completa 13 años de haber recibido el trasplante de riñón, gracias a la oportuna y generosa donación de su primo.

Rumbo a los mundiales de Australia

Pero hoy también a los los 43 años, Julián Andrés Giraldo se apresta para ir a competir en Australia, representando a Colombia en los Juegos Mundiales para Trasplantados que se realizarán del 15 al 21 de abril de 2023.

Julián Andrés Giraldo además de convertirse en ejemplo de superación, en ejemplo de no rendirse, desde el Líbano, su pueblo amado, está enviando un mensaje al Estado y a los colombianos para que apoyen la Asociación Colombiana de Deportistas Trasplantados (ACODET).

Regresó al Líbano atendiendo la recomendación de su mamá porque “Bogotá no era la ciudad ideal para su hijo, ahora necesitaba de tranquilidad” y eso es lo que el Líbano le ofrece a Julián Andrés Giraldo.

Aparece el ciclismo, como salvador

En el Líbano, también gracias a su primo, Julián Andrés se volvió practicante de ciclismo de montaña y rutero, y en el Club Los Trocheros del Líbano ha encontrado  el apoyo y la acogida necesaria para convertirse en un deportista consagrado, al punto que alcanza una excelente preparación que lo lleva a participar en los primeros juegos nacionales de trasplantados 2022 en Santa Marta, y ocupa el segundo lugar, lo que le dio la clasificación a los mundiales de Australia. “Agradecido de todos los que me han arropado, a los entrenadores, a todo el grupo en general”.

Julián Andrés, bachiller del Isidro Parra, topógrafo de la Universidad del Tolima e Ingeniero Civil, hoy junto al deporte del ciclismo y sus hijos Adrián David de 17 años y  Gabriela de 14, se dedica junto a su madre a administrar el famoso negocio de jugos ‘Bochica’, y así continuar con el legado de comerciante de su padre, Álvaro Giraldo, el de la legendaria ‘La Tonka’.

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 No se cansa de decir que la mejor decisión fue haber regresado al Líbano, “por calidad de vida”. Pero también destaca que el deporte ha sido el mejor aliado en este difícil proceso, y ahí es cuando resalta el trabajo que cumple ACODET.

Dice que su esfuerzo lo hace más como bandera para estimular la cultura de la donación de órganos. “La donación ha bajado mucho, en el Tolima no tiene un alto porcentaje. La donación salva vidas, en mí caso, cuando el diagnóstico no daba más de 15 días de vida, resulta que llevo 13 años. Hay muchas personas esperando ese milagro de la donación”.

Julián Andrés y el grupo de compañeros que van a representar a Colombia en Australia, necesita del apoyo de los colombianos.

¿Qué es Acodet?

Es una entidad que agrupa a niñas, niños, jóvenes y adultos colombianos receptores de trasplantes, deportistas recreativos, amateurs y profesionales y que busca promover la donación de órganos, la rehabilitación post-trasplante y ser conscientes del poder del regalo de la vida.

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La historia de su creación se remonta a 2015, cuando la médica colombiana Alejandra Martín, quien ha trabajado durante varios años en servicios de trasplante, amante del deporte, tuvo una corazonada. Su espíritu y sus ganas de apoyar a la población trasplantada y a aquellas personas que están en lista de espera para mejorar su calidad de vida y a través de estas historias dar un mensaje en pro de la donación de órganos y tejidos.

En paralelo, Iván Rojas y Rodolfo Cuervo, dos deportistas trasplantados, participaron, gracias a la gestión de Alejandra, en los XX Juegos Mundiales de Trasplantados en Mar del Plata, Argentina, una experiencia maravillosa. Esta fue una de las piedras fundadoras de la organización de la asociación. El otro hecho clave fue la llamada que recibió Alejandra de parte de Roberto Cáceres Ferro, empresario con trasplante de riñón.

El encuentro entre ambos se materializó en reuniones, cafés, conversaciones de una de sus pasiones, el ciclismo. El 22 de diciembre de 2015 fundan ACODET, un emprendimiento social pionero en Colombia y que se ha posicionado a nivel nacional e internacional. Dos amigos que hoy han logrado transformar vidas para demostrar que un trasplante no limita y que hay decisiones que son para compartir. Embajadores de segundas oportunidades que siguen trabajando con una Colombia con más equitativa e igualitaria.