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El Faraón de la música popular, una vida como una canción

El Faraón de la música popular, una vida como una canción

La vida de Gustavo Díaz ha sido como una canción de música popular, un “Camino Largo” de derrotas y luchas. Precariedades, desamores y optimismo incesante. El llamado Faraón de la música popular nos contó un poco de su vida y de cómo la música popular lo ha ayudado a superarse.

La música popular dice mucho de la sociedad colombiana. Allí se puede leer algunas características de la sociedad, como la épica del día a día, los anhelos sencillos y las consuetudinarias preocupaciones. Tal vez porque nadie sabe más de la pobreza que los pobres es que la mayoría de los cantantes de música popular vienen de abajo, como demostrando que los sueños que cantan se pueden volver realidad.

El Faraón nació en San Luis, el 4 de febrero de 1982. Nació en una familia campesina, vivió su infancia en una casa antigua de bareque. Para vivir vendían empanadas con su mamá. Su padre, como el de tantos otros, no fue el mejor ejemplo. “Mi papá era borracho, mujeriego y bebedor. Entonces la familia se separó de él y nos venimos a vivir a Alvarado, donde salimos adelante vendiendo empanadas”, dijo. Creció escuchando a Darío Gómez y cantaba a todo pulmón Nadie es eterno en el mundo.

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“Tuvimos una casa en Alvarado que nos tumbaron. Esa casa se la habían regalado a mi abuelo, pero no teníamos las escrituras. Teníamos posesión de 52 años, sin embargo nos tumbaron la casa. Teníamos mejoras y cultivos, todo levantado vendiendo empanadas. Nos la tumbaron.”

“Luego me fui para el Ejército, para el Batallón Patriotas de Honda. La compañía se llamaba La Faraón, de allí mi nombre artístico. Yo cantaba y la gente me decían de las otras compañías ‘Faraón, venga nos canta’ y hacían un círculo y yo les cantaba lo que me pidieran.”

Luego El Faraón trabajó en el campo, como cuando estaba niño. “Volié machete en los potreros, cogía algodón, maíz, arroz y en la vigilancia, que es donde aún trabajo”, cuenta. El canto siempre estuvo presente. El Faraón luego trabajó cantando en los buses intermunicipales, en una mezcla entre su deber y su pasión.

Luego vino la familia, la descendencia. Su esposa de entonces, como si fuera parte de una canción de despecho, lo traicionó. Él transformó esa dolorosa experiencia en una canción, llamada “Camino Largo”. En ella narra los dolores de una mala relación y del alcohol como una forma de desahogarse.

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Luego de esa separación su vida tomó otro rumbo. Ella nunca lo apoyó en sus sueños de ser cantante. Ahora, entando solo, pudo dedicarse a luchar por lo que siempre quiso ser. Luego le llegó a su vida otra mujer que sí lo apoyó y junto con ella sigue buscando darse a conocer.

Ha participado en las fiestas de Alvarado, donde aún vive con su familia. Fue telonero de Juan Carlos Zarabanda y en Venadillo cantó después del Charrito Negro en un evento musical.

El Faraón se iba con un bafle pequeño a presentarse a los organizadores de los conciertos y les pedía que lo dejaran hacerse conocer. Así ha podido llegar a Palocabildo, Falan, Venadillo y a varias veredas en el Tolima.

Sacó un cd que vende a 5.000, rotulado y remasterizado, para seguirse dando a conocer. Actualmente se encuentra en la producción de un video musical que promocionará en YouTube.

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Aunque aún no tiene un manager en propiedad y sabe que es mucho el camino que le falta por recorrer es optimista. Sigue viviendo y componiendo de lo que vive. La vitalidad y las posibilidades lo empujan porque sabe que un día puede ser el protagonista de una canción que hable de un cantante que vino de abajo y que se superó. Ahora lo apoyan su hijo y su nueva esposa, y para ello trabaja cada día.

 

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