Una mañana fría, lluviosa y nublosa de San Pedro, al igual que la de San Juan, marcaron los desfiles principales de las festividades de la versión 50 del Festival Folclórico Colombiano que se realiza cada año por estas calendas en la capital del Tolima

Pareciera que el clima y la naturaleza conspiraran contra esta jarana, o que se solidarizaran con la ciudadanía que reclama la rehabilitación de la concha acústica “Garzón y Collazos”, escenario símbolo y referente de las fiestas de junio en Ibagué, hoy destruido y abandonado por la acción nefasta del gobierno orientado por Andrés Hurtado, que desde hace cuatro años y medio dejó este lugar icónico de los ibaguereños y tolimenses en completa ruina, y que, hasta el momento, se perpetua en la ninguneada alcaldesa Johana Aranda.

Las fotos que se hicieron virales mostrando y denunciando el calamitoso estado del parque Centenario en pleno desarrollo del festival, y las que posteriormente registraron a voluntarios de grupos de jóvenes y agrupaciones culturales trabajando en su limpieza con la uñas en la concha acústica, sin duda, dejaron un poderoso mensaje de protesta y rechazo por el olvido de este emblemático teatro al aire libre que durante años fue el sitio natural y principal para la presentación de los principales eventos del Festival Folclórico.

Allí no sólo se efectuaron los reinados de las festividades, sino los concursos y presentaciones de las principales agrupaciones artísticas y folclóricas de todos los departamentos y regiones del país.

Tanto el parque Centenario como la concha acústica “Garzón y Collazos”, constituyen un monumento que representa la música, el arte, la danza y el cantar del alma tolimense. Como lo dijimos en otro editorial que fue publicado por este portal (El Cronista.co) el 16 de agosto de 2021, “La concha acústica ‘Garzón y Collazos’, que lleva por nombre precisamente, el de un dúo que encarnó y encarna la simbiosis del alma musical de los ibaguereños y tolimenses, hoy padece el abandono por parte de una administración mediocre y despistada”.

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En efecto, esta edificación se construyó en 1983, en honor a los Príncipes de la Canción colombiana: maestros Darío Garzón y Eduardo Collazos; pero además de eso, este lugar es conocido como "Pulmón de la Ciudad", debido a su arborización y verdor, utilizado a diario para hacer deporte, recreación, pasear y como un sitio de encuentro ideal de la naturaleza en pleno centro de la ciudad. Hoy la situación de este escenario es peor que la que denunciamos en aquella época, y sus ruinas son más obedientes.

Por eso, las fotos publicadas y las acciones de espontáneos grupos de artistas y ciudadanos voluntarios que manifestaron su inconformidad por el inconcebible desastre de este espacio que concita todos los valores culturales de nuestra ciudad y departamento, además de ser justo, es un llamado de atención a las autoridades municipales para ofrezcan una solución real y acorde a los reclamos que se vienen haciendo desde hace cuatro años y seis meses.

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Sin duda, el calamitoso estado de la concha acústica “Garzón y Collazos”, y en general del parque Centenario, fueron el parche, el dolor de cabeza y el ‘Patito feo’ de la celebración del festival 50 del folclor de Ibagué, que reclama a gritos respuestas pronta, pese a que la Alcaldesa anunció en días recientes que para el 2025 este lugar estará listo para albergar las fiestas. Decirle a la Alcaldesa que es lo mínimo que puede hacer, aquí no caben más dilaciones. Aunque obviamente la Concha Acústica debió estar lista en este momento.

Dice la sentencia popular que “No hay enfermedad que dure 100 años, ni enfermo que la resista”

Ojalá las fiestas folclóricas de Ibagué del 2025, sean las de la rehabilitación del Parque Centenario y la concha acústica, y que este escenario recupere su esplendor e importancia que históricamente ha tenido, y que la enfermedad no se prologue por los 100 años de que nos habla el dicho popular.

Es imposible que existan administraciones municipales tan incompetentes, que no puedan solucionar un problema tan elemental y sencillo, como arreglar unas simples estructuras y embellecer un entorno urbanístico.