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Sobre el mural de Palestina en Ibagué. (Disputa en espacio público)

Sobre el mural de Palestina en Ibagué. (Disputa en espacio público)

Por: Diego Gómez

Maestro en artes plásticas y visuales

Consejero Departamental de Artes Plásticas en el área de curaduría.

Un mural importante para la ciudad y el mundo, que decía GAZA LIBRE, frente a la enorme pieza decorativa de Leonardo Fajardo (esposo de Carolina Hurtado, hermana de Andrés Fabián Hurtado), el monumento de la Sebastiana, ubicado en la Glorieta del Éxito en la convergencia de la Avenida Pedro Tafur y la carrera quinta. Aparece entonces una confrontación clara en el espacio público de Ibagué, por un lado un escultor conservador que nos han impuesto con obras tan superfluas como el águila calva americana de las piscinas olímpicas o los músicos ubicados frente a Multicentro, todo ello realizado con fibra de vidrio y/o cemento, es decir: materiales fugaces de poca resistencia, recien patinados para que se vean añejos; en contraposición a la Sebastiana veíamos este mural que era un grito de egresados, estudiantes de artes plásticas de la universidad del Tolima y artistas autodidactas, generando tensión en los discursos de lo público con recursos autogestionados, no precisamente de una cartera del erario o un fondo mixto usados para fines nepotistas como pasa con las esculturas señaladas anteriormente.

El mural de Gaza fue atacado y borrado por anónimos con el color blanco, blanquísimo con el que está acostumbrada a mandar a re-pintar la secretaría de cultura municipal la escultura de la Bambuquera, ubicada en la misma zona de tensiones. Hay que recordar que quienes taparon el mural de GAZA LIBRE también tienen claro que están asumiendo una posición política reaccionaria. Taparlo a esas horas de la madrugada sin dar la cara y no tocar los demás elementos artísticos que conforman este espacio, es estar del lado del oficialismo local, la institución cultural en cabeza de personajes como Alexander Castro, Mauricio Hernández y Diana Londoño se han pronunciado hasta hoy a traves de un silencio cómplice, porque no podemos olvidar que Londoño, la directora del panóptico, estaba con un grupo de fanáticos religiosos haciendo alabanzas en nombre de Jesús pro-Israel (gran paradoja), antes de que viniera el presidente Gustavo Petro a hablar de Palestina en la plaza Murillo Toro. Estas son las posturas de quienes rigen los destinos de la cultura local, militantes de iglesias de garaje que se niegan a comprender que estamos en un estado laico.

Sigo insistiendo entonces en que el debate de lo público, es el debate de lo político, de la construcción de la república, y por consiguiente persisto en la tarea de extender la invitación a no temerle en el sector cultural a enunciarse desde una posición política. Nos han vendido la idea de la "tercera vía" y noto a vari@s utópic@s creyendo que las artes están más allá de todo, “más allá del bien y del mal” por ende son apolític@s, cosa que no existe y también terminan siendo funcionales a los dominios de las plataformas artísticas neoliberales. Es así que, este mural es atacado porque es un mural de izquierdas, de los derechos humanos, de la solidaridad de los pueblos, del lado correcto de la historia. Asumamos esa responsabilidad sin miedo, sin ser funcionales al sueño húmedo del centro de no tomar partido. Estar del lado de la solidaridad, la libertad y la fraternidad de los pueblos, son valores de izquierda y una visión de la vida en igualdad de condiciones; defender un genocidio de un ente armado contra una comunidad, justificando el asesinato atraves de la xenofobia y el racismo, es ser neofascista de ultra derecha y hacer silencio es complicidad, por ende, todo esta brutalmente politizado, porque pertenecemos a la Polis (πόλις). La cultura y las artes en ese sentido son como cualquier medio humano, lugares donde se enuncian las visiones políticas que nos atraviesan y también las que asumimos o construimos, es un espacio donde se evidencian las ideologías por las que optamos caminar o las que nos imponen y que replicamos, muchas veces sin cuestionarlas.

En ese orden de ideas, comparto acá algunos elementos de enunciación en nuestra tradición revolucionaria de las artes plásticas en el Tolima, ya que no han sido espacios conformistas, sino por el contrario se han forjado cuestionando y tomando una postura, siendo una hoja de ruta nacional y latinoamericana de oposición a lo hegemónico:

  • La Expedición Botánica, liderada por José Celestino Mutis, estableció un taller de dibujantes y pintores en Mariquita (Tolima), que funcionó como la primera escuela de arte en América Latina, formada para documentar e ilustrar científicamente la flora del Nuevo Reino de Granada, fusionando el conocimiento científico con un alto nivel artístico, varios de los miembros formados acá serán líderes del movimiento independentista Bolivariano y realizarán la revolución de 1810 - 1819 para fundar la República de Colombia.

  • El maestro Jorge Elías Triana se vincula en 1957 a la naciente Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Tolima, luego de  formarse con muralistas mexicanos como Diego Rivera, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros en este país (proyecto cultural de muralismo impulsado por el Secretario de Educación Pública José Vasconcelos). Con esta visión llega de nuevo a Colombia a dar debates desde la universidad pública y las manifestaciones artísticas en la ciudad de Ibagué, sobre la resistencia indigena, la historia popular y la identidad Tolimense.

  • En 1978 la Escuela de Bellas Artes se cierra, bajo las políticas del “enemigo interno” en la presidencia de Julio César Turbay Ayala. Estatuto de seguridad (1978 - 1982).

En el texto “PROYECTO EDUCATIVO. Programa ARTES PLÁSTICAS Y VISUALES” de la Universidad del Tolima, se afirma qué: “La Universidad estuvo enmarcada en el movimiento universitario de la década de los 70 que fue perseguido violentamente por las políticas represivas del gobierno del presidente Turbay Ayala, y que llevó finalmente a la clausura del Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad del Tolima en el año 1978.” https://fcha.ut.edu.co/images/Anexo_16_PEP-APV-FCHA-UT.pdf

Es momento de pensar la soberanía cultural del territorio, cuestionar los procesos de quienes ponen y quitan en las oficinas cada cuatro años, este texto es también una invitación a un ejercicio de conciencia a los artistas oficiales que son funcionales por un periodo a estos poderes, y un cuestionamiento para los no oficiales que permiten esto en medio del mutismo, este escrito pretende dar continuidad al debate de lo público y lo cultural, en medio de la coyuntura del Proyecto de Ley 630 de 2025 que busca reformar la Ley General de Cultura; y por último es una sensata invitación a la militancia política desde el sector cultural.

 

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