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Restaurante Senda del Hotel Sonesta, el evaluado por el ‘Comensal Oculto’
Bienvenidos... Pasemos a manteles. Nuestra visita en esta oportunidad fue al restaurante Senda del Hotel Sonesta.
"Cero y van tres" y " la tercera es la vencida", dice el refrán popular, el cual pongo en práctica en esta columna. Mi dicho: "Fueron tres" y "no fue la vencida". Así es. Visité en tres oportunidades este restaurante y los resultados fueron desalentadores; máxime, cuando averigüé los cambios y mejoras que han realizado tanto en adecuación del sitio, nueva carta de platos y cambios de chefs. No me referiré en detalle a las dos primeras visitas y me centraré en la última, en la que frente a estas, repito, no se notaron los cambios o mejoría alguna.
Llegué para la hora del almuerzo, ingresé por la puerta que accede al centro comercial y esperé a que algún empleado me diera la bienvenida, lo cual no sucedió ya que tuve que esperar varios minutos. Había dos empleados, uno atendiendo una mesa y el otro en el computador, éste último me vio, pero no dijo una palabra. Después se me acercó y atinó a decirme: "siga, ¿dónde quiere ubicarse?". Elegí una mesa para cuatro personas, en la parte de adentro y no en el balcón, lo que me permitió tener una buena visión de todo lo que ocurría.
Observaciones sobre el servicio
Me propongo ser más estricto en el análisis, porque en un hotel de la categoría del visitado, no se pueden ni deben cometer fallas. En mi mesa habían puesto platos, cubiertos e individuales para tres clientes únicamente. Retiraron los míos, pero dejaron los otros dos. El espacio vacío continuó así. Por etiqueta, norma o protocolo, como quieran llamarlo, solo deben quedar los elementos para las personas que van a comer. El resto debe retirarse. No ocurrió.
Éramos 11 clientes: cuatro mesas con un cliente, dos mesas con dos clientes cada una y una mesa con tres clientes. Había cuatro empleados: uno atendía el bar y entregaba las bebidas, uno atendía las mesas junto con una empleada, y otra mujer surtía la isla o mesón con platos y cubiertos. Durante mi estadía (una hora y 20 minutos), esta empleada estuvo constantemente surtiendo el mesón, lo cual es parte de su trabajo, pero no era el momento adecuado para hacerlo. Hubiera sido más conveniente antes de la apertura del restaurante, ya que no había tanto movimiento.
El mesero que me abordó tenía una voz muy baja, casi inaudible. Le pedí que hablara un poco más alto, pues era bastante tímido y no parecía muy experto. Me preguntó si era mi primera vez, a lo que respondí que no. Le pedí la carta, que estaba muy bien presentada y ofrecía una gran variedad, con una fusión de platos y cocina de autor.
Pedí una sodificada de maracuyá que tardó 10 minutos en llegar. Durante la espera, y sin tener la bebida, el mesero me abordó de nuevo para preguntar si estaba listo para ordenar. Le respondí: "primero tráigame la bebida, por favor". Él se disculpó y me aseguró que ya la traía.
Una degustación accidental
La bebida era agradable, con los ingredientes y sabores bien mezclados. Me entreguó un pitillo y convertí la envoltura de papel en una bola que puse en el centro de mi mesa... era una prueba exigente.
Minutos después una de las meseras me trajo en un plato una porción muy pequeña de pan (tajapan 1/4) y en un platico una crema (sobraba para untársela al pan), lo que me obligó a preguntarle: esta crema que es?...me miró y respondió: no sé señor, voy a preguntar. Regresó y me dijo que era una "prueba" que estaba haciendo el chef; constaba de mantequilla, orégano, naranja, sal y aceite de oliva. Pasada un poco de sal. Al terminar, me retiró el plato con la crema...y el papel del pitillo?...siguió ahí. No lo retiró.
El plato fuerte: una decepción
Llamé al mesero y le pregunté por una entrada llamada: CEVICHE DEL PACÍFICO Y DEL TOLIMA, que me había llamado la atención. Consistía en fusión del Pacífico con camarones, en leche de coco con toques de suero costeño, pomarrosa y chip de chontaduro. ¿Y, lo del Tolima dónde está?...es el pomarrosa, me respondió!!!!!...no entré en COMENTARIO alguno. El pomarrosa es un fruto que se da en 7 departamentos de Colombia, se cultiva en febrero/marzo y se recoge en junio/julio. Solo en el municipio de Melgar se produce y en muy pocas cantidades..¿Fusión del Pacifico y del Tolima????. No lo pedí.
Para el plato fuerte me decidí por el CODILLO DE CERDO TOLIMENSE : codillo cocido a baja temperatura durante 5 horas, bañado en su propia salsa, acompañado de puré de lechona ("cama"), plátano en tentación y rúgula fresca. Tardó 25 minutos en llegar. La comida era servida en un plato tipo "concha", con un lado alto y otro bajo. Este tipo de plato debe colocarse con la parte baja frente al cliente, pero el mesero hizo todo lo contrario. Yo mismo tuve que voltearlo.
El emplatado era presentable: el puré de lechona debajo del codillo, con tomates cherry y habichuelas salteadas (un poco duras) a los lados, aguacate en bolitas y rodajas de plátano maduro... ¿Y la rúgula? Para otra oportunidad.
No pude degustar este plato en su totalidad, ya que el codillo estaba demasiado tostado, imposible de cortar y comer. Tuve que abrirlo con cuidado para sacar la poca carne que contenía, la cual además estaba insípida y era escasa. Lo hice a un lado y probé el puré de lechona, que era novedoso y de buen sabor. Cuando un ingrediente va encima de otro ("cama"), ambos deben tener una contextura blanda para poder cortarlos juntos y probarlos a la vez. El codillo, por tradición en los países que lo cocinan, siempre es blando al final de su cocción. Una creación fallida.
Pasaron 10 minutos para que retiraran mi plato. El mesero me preguntó si me había gustado la comida y le respondí: "Si lo que le voy a comentar no tiene repercusión, sí. De lo contrario, me abstengo de cualquier comentario". "No, señor, por favor dígame", respondió. Le expliqué la situación y me dijo: "voy a decírselo al cocinero". De paso, le pedí la cuenta, que tardó siete minutos en llegar. Me retiró el plato y la copa de la bebida... ¿Y el papelito del pitillo? Siguió ahí, sin ser visto.
Otros detalles y comentarios finales
Un detalle aparte, y no menos importante, sucedió con otro de los clientes. Se levantó de su mesa y le dijo al mesero del bar que había pedido una ensalada y si le podía hacer el favor de enviársela a la habitación. "Con gusto, señor", fue la respuesta. Al rato, vino otro mesero con la ensalada y se puso a buscar al cliente mesa por mesa. Al no encontrarlo, se dirigió al bar y preguntó dónde estaba. "¡Uy, esa ensalada hay que llevarla a la habitación!", fue la respuesta de la persona a la que se le había pedido el favor.
Cuando llegó la cuenta, el mesero vino con el chef, quien me pidió que le comentara mi experiencia. Le mencioné todo lo dicho anteriormente. Él reconoció y aceptó con buena educación y receptividad cada detalle, además de agradecer mis comentarios y aportes. Me ofreció un café, pero rechacé amablemente el ofrecimiento. Pagué... y, de no creer, el papelito del pitillo se quedó ahí. Prueba no superada. Destaco la actitud del chef, pues la disposición de escuchar quiere decir que hay la intención de mejorar. Ese es el propósito que busca este ejercicio.
Mis comentarios:
Un hotel es una segunda casa que debe ser mejor o igual a la propia. Es un lugar que debe tenerlo todo de acuerdo con su categoría para que los huéspedes se sientan a gusto. Los detalles que no se tienen en cuenta dañan y deterioran la imagen.
En mi columna especial publicada el 18 de julio de 2025, menciono todos estos protocolos, normas, procedimientos y reglas que deben tener los restaurantes para ser eficientes, alcanzar el éxito y mantenerse en él. En un hotel, con mucha más razón.
La relación calidad-precio es normal.
"Fueron tres y no fue la vencida".
Calificación (1 a 5): 3.0
¿Volvería? Tendría que pensarlo.
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