Crónicas
Las palenqueras de Playa Hawai de Ibagué
En este complejo turístico de la capital del Tolima, está presente algo de la historia afrocolombiana, las vendedoras de dulces que tienen una mezcla de color y sabor paseándose por las piscinas de Playa Hawai, localizado a 22 kilómetros del perímetro urbano de Ibagué en la vía Bogotá.
Ellas son las palenqueras que visten trajes revoleteantes con los colores del arco iris y que tienen raíces cimarronas libertarias provenientes de sus ancestros; que se contonean con sus bandejas en la cabeza ofreciendo cocadas preparadas a base de ingredientes como la leche, el coco, piña, maní, queso, anís y yuca, entre otros; y que, sutilmente, entran a formar parte del hermoso paisaje de este centro vacacional que se convertido en sitio obligado para el descanso, el deporte y la recreación de miles de personas de la región, de departamentos cercanos como el Huila, Cundinamarca, el Eje Cafetero, incluso de extranjeros que han comenzado a visitar el lugar.
"Aquí no le negamos una sonrisa a nadie", nos dice Livia Navarro Cáceres, una de las tres palenqueras que adornan este escenario, y a renglón seguido agrega: "La dulzura viene por añadidura", y suelta una sostenida y melodiosa sonrisa para luego referirse a su oficio de vendedora de cocadas. Entretanto, John Jairo, un joven comprador del almíbar corrobora lo que dice Livia: "Estas cocadas son más ricas que besar a la novia en una reconciliación".
Detrás de esta ricura, Livia representa la historia étnica del país, la negra, donde el corregimiento de San Basilio de Palenque (Bolívar), es símbolo de libertad, como que allí se libraron las primeras luchas contra la esclavitud en épocas de la colonia española. Y precisamente de esta población de cerca de cuatro mil habitantes, son las tres palenqueras que Playa Hawai. Mujeres que forman parte de esa herencia forjada con sabor y folclor afrocolombiano que no es otro que la alegría multicolor, negra, blanca, indígena, mestiza y la riqueza multirracial de nuestra nación.
Ellas, en sus platones cargados sobre un rodillero en la cabeza, además de dulce y gusto, llevan gestos alegres que afloran con facilidad y cierta picardía contagiosa de regocijo y sabrosura, que llaman la atención de todo el que se encuentren a su alrededor. Esta belleza no tiene color.
Livia Navarro Cáceres, de 32 años, madre de tres hijos (16, 6 y 4 años) y experta en bailar Champeta, es una de las tres palequeras que forma parten de la decoración de Playa Hawai y que desde hace cerca de 20 años ejercen esa actividad en Cartagena e Ibagué. Un oficio que viene de sus antepasados como una herencia genética de la que guardan rigurosamente los secretos y ritos del sabor.
Livia al igual que sus compañeras Catalina y Toña Miranda, ya se sienten ibaguereñas: "Aquí nos han tratado muy bien, nos colaboran y con lo que ganamos sostenemos a nuestras familias, porque gracias a Dios, ganamos más que en Cartagena". Cada una hace una temporada de aproximada de dos meses, regresa a San Basilio de Palenque y luego emprende viaje de nuevo a la capital del Tolima.
Cada cocada tiene un costo de dos mil pesos, y el día que menos ganan lo tasan en 50 mil pesos, en temporada alta suben de los 100 mil. La jornada de trabajo comienza a eso de las 11 de la mañana y terminan entre 4-5 de la tarde. El centro vacacional no les cobra por comerciar sus productos.
Cada palenquera tiene su historia y sus objetivos, los de Livia, en conjunto con su esposo, es educar a sus hijos... "que no les falte nada", dice.
"Es el mejor centro vacacional del centro del país":Juan Raúl Solórzano
Este es un empresario de 61 años, de origen antioqueño, dedicado desde hace 47 al comercio de los carros, y ganador de diferentes trofeos como corredor de autos.
Llegó a Ibagué hace tres años y medio, al salir favorecido en una negociación de Corbanca (exempleados del desaparecido Banco Cafetero), para adquirir las 46 hectáreas sobre las que se levanta Playa Hawai, el centro vacacional y parque de agua de mayor proyección en el centro del país, donde se exhiben las airosas palenqueras en Ibagué.
Por eso, sin dudarlo Solórzano lo define como:"El mejor centro vacacional del centro del país, por su ubicación, cercanía al aeropuerto de Perales y por las vías de acceso que tiene. Es un sitio privilegiado al que hemos logrado transformar en un lapso de dos años, y convertirlo en el parque más importante de este tipo, comparado con otros en esta zona de la nación".
Luego justifica el por qué de su afirmación: "Aquí tenemos ocho puntos de alimentación para los diferentes gustos y variedad de platos, entre restaurantes, cafeterías, bares, cevichería, carnes, aves, pescados; además, tres toboganes, cinco piscinas, caballeriza, centro deportivo de alto rendimiento con cancha profesional de fútbol, cuatro canchas de tenis en polvo de ladrillo, gimnasio, polideportivos abierto y cubierto, zona de camping con capacidad para 30 carpas con baños y vestieres; en la zona hotelera tenemos 44 habitaciones confortables y bien dotadas, un centro de convenciones pequeño con equipos de audiovisuales y sonido. Y una zona de parqueo muy importante.
Luego viene un salón de juegos dónde hay billar, billar pool, pin pon, futbolín, rana, mesas de juego, entre otros. Es un centro muy completo donde básicamente se identifica la familia", señala Solórzano.
El parque vacacional y acuático está rodeado de una vegetación exuberante y abundante, que pronto comenzará a ser inventariada por especies e identificada debidamente, según las normas de protección y conservación de la flora y la fauna.
La vinculación de este empresario a Ibagué, se dio a través de personas conocidas a quienes les vendía vehículos y "porque Dios es sabio y, por ellos, me enteré de la negociación que estaba haciendo Corbanca con el parque y pude participar de ella, hacer una propuesta y salimos favorecidos; hoy, llevamos tres años y medio trabajando en esto, consiguiendo un bisiness plan (plan de negocios) para presentar una propuesta donde salimos elegidos y aquí estamos trabajando", manifiesta Solórzano. También añade que conoció a una tolimense y que: "ya tengo vínculos sentimentales con una hermosa mujer, y ella ha sido mi apoyo y el complemento de esta negociación, porque sin ella no hubiera sido posible cogerle tanto cariño y amor a esta tierra".
El futuro de Playa Hawai
El futuro de este importante parque está ligado al crecimiento y diversificación de las ofertas de recreación, descanso, deportes, comodidad y confort.
Sin precisar fechas ni sumas de inversión aún, Juan Raúl Solórzano, piensa en la ampliación de este escenario con las construcción de un condominio con campo de golf y casas campestres de 250 metros cuadrados, en un terreno de 26 hectáreas; una parte hotelera con 160 habitaciones, la construcción de unas piscinas olímpicas teniendo en cuenta la situación que vive Ibagué con los escenarios deportivos conocida por todos, donde el gobierno anterior acabó con los acabó.
Y para ser fiel con su pensamiento y afición deportiva, el propietario de Playa Hawai, estudia la posibilidad, en el futuro, construir un autódromo internacional en los alrededores del parque cuando consiga su financiación. En esta forma, Juan Raúl Solórzano, quiere hacer homenaje a las cuatro generación de su familia que desde su padre (92 años), han estado vinculados al automovilismo. Son padres, hijos y nietos que han mantenido a este deporte como parte de sus vidas, donde los carros clásicos son el sumun de sus querencias.
Así piensa un hombre que tiene como impronta convertir los sueños en realidad.
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