Crónicas
La batalla que Maradona le ganó a Inglaterra
Cuando Diego Armando Maradona gambeteó a varios de sus rivales y convirtió el primer gol frente a Inglaterra en los cuartos de final de la copa mundial de futbol, México 1986, los asistentes al estadio y los casi 31 millones de argentinos que veían el partido por televisión estallaron en un grito de júbilo.
El gol había sido convertido de manera sutil con la mano izquierda, “Con la Mano de Dios”, diría el propio Maradona tiempo después cuando se le preguntó sobre la polémica anotación.“El gol del ladrón, del malabarista, del prodigioso, del pecador”, como lo describiría el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Un gol que según Galeano convirtió a Maradona en una especie de ‘dios sucio’ o ‘el más humano de los dioses’.
En ese momento, ni el árbitro central, ni el juez de línea se percataron del hecho. Claro, lejos estaba la era del VAR, que de haber existido le habría quitado toda la magia a ese monumental instante. El gol fue validado ante la mirada atónita de los ingleses, quienes no tuvieron tiempo de reaccionar, porque sólo cuatro minutos después, ‘El Diego’, convirtió un segundo tanto, considerado como una de las joyas de los mundiales, luego de que esa especie de David con apenas 1.65 de estatura lograra dejar en el camino a media docena de Goliats ingleses.
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El partido entre Argentina e Inglaterra tuvo mucho de futbol, pero aún más de política, morbo y de revancha. Esa segunda anotación fue gritada con el alma por millones de hinchas, especialmente los argentinos, quienes sentían que en ese preciso momento la divina providencia y ‘El Pelusa’, como llamaban desde muy pequeño a Maradona, devolvían el honor a su patria ante el ‘enemigo’ que se había apropiado de parte de su territorio.
Cuatro años antes, en 1982, había estallado la "Guerra de las Malvinas" que enfrentó a estas naciones, en un campo de batalla gélido en temporada de invierno en una pequeña isla del océano Pacifico. La guerra por el control de 12.173 kilómetros cuadrados dejó alrededor de 2.500 muertos en los dos bandos y casi 12 mil prisioneros de guerra, el 98% perteneciente al ejército argentino. Eso explica por qué la victoria tenía un sabor a venganza.
Expertos militares consideran que Argentina pudo haber ganado y recuperado su territorio que históricamente le pertenece, si en este conflicto hubiese utilizado de mejor manera su aviación de combate; otros sin embargo, creen que era ‘Pelea de tigre con burro amarrado’, obviamente el burro era la nación del sur del continente americano.
La guerra duró 2 meses y 12 días, pero ‘El Diego’ logró la revancha donde más les duele a los creadores del fútbol y más disfrutan los argentinos: la cancha de juego de la pelota y sólo necesitó 90 minutos para volver trizas las ilusiones de la ‘artillería y la defensa’ inglesa. Pero esta vez no hubo buques, aviones, submarinos, tanques, corbetas, destructores o lanchas. En el campo estuvieron 11 guerreros liderados por un general que ‘disparó’ al arco contrario y anotó en dos oportunidades para entrar al Olimpo de los dioses del deporte más popular del planeta.
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Como hecho anecdótico quedará que ese mundial debió ser realizado en Colombia y que el entonces presidente Belisario Betancur renunció al derecho por considerarnos demasiado pobres e incapaces para desarrollarlo. Tal vez, sólo tal vez, nuestro país habría sido testigo de uno de los hechos más importantes del futbol mundial en toda su historia.
Maradona fue un genio con el balón, pero como dijo Galeano, “también fue mujeriego, parlanchín, borracho, tragón, irresponsable, mentiroso…
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