Crónicas
El último adiós a 'Pontoni'
Fue mi jefe inmediato en Coldeportes-Tolima, cuando después de los exitosos Juegos Nacionales de los 70, me vinculé a la seccional de la entidad rectora del deporte en esa época en el país.
Mi primera impresión de Luis Esteban Guarnizo, fue la de un hombre calmado, sosegado y metódico. Una persona que con su ejemplo dirigía y mandaba. Nunca se alteraba, jamás le conocí un maltrato para ninguno de sus subalternos en el tiempo que trabajé allí.
Era el director Administrativo de la Junta y segundo al mando después del Director Ejecutivo.
Él quedaba frente a mi escritorio, y una vez, después su primera inducción al cargo que iba a desempeñar como Administrador de la Unidad Deportiva y Supervisor de Impuestos y Espectáculos Públicos, su primera charla formal fue un comentario del resultado del partido que la tarde anterior (domingo), había jugado el Deportes Tolima frente al Deportivo Cali, si mal no recuerdo, donde había perdido la divisa Vinotinto y Oro, dos goles a cero como local.
"Válgame Dios, Tolimita no sale de la olla", fue su expresión final.
Desde entonces, se creó una estrecha relación no solo laboral sino personal con Luis Esteban Guarnizo, la conservé hasta cuando por razón de su edad y de quebrantos de salud, no pudimos vernos más en Le Petit Café.
La última vez me confesó que ya había vivido mucho y que estaba aburrido con la vida.
Y no era para más. Lo había conocido más de 45 años atrás, siendo un hombre vital, vigoroso, lleno de ganas y ánimo por hacer cosas y solucionar problemas de la actividad deportiva, especialmente en el aspecto administrativo. Esa era su vida, y sus fuerzas no le respondían para estar al frente de lo que tanto le gustaba y amaba, después de su familia obviamente.
Además, había perdido a su hijo Rafael en un accidente, y este fue el golpe más duro que le dio la vida, que lo deprimió por mucho tiempo, quizá hasta su últimos días.
Guarnizo, junto con Humberto González "El Negro Pingo", y Lino Varón, tenían una entrañable amistad y conversaban casi todos los días, en Coldeportes de la 42. Los tres, de una u otra manera, fueron dirigentes deportivos de ese Ibagué que comenzó a despertar y desarrollarse después de los Juegos Nacionales de 1970.
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Lo llamaban "Pontoni". Me enteré luego que el apodo se debía al homenaje que le hacían comparándolo con René Pontoni, el famoso jugador y entrenador argentino de los años 40, que jugó en el Independiente Santa Fe. También afirmaban que era por el parecido físico que tenía de joven con el pintoso jugador albiceleste.
Sea por lo uno o por lo otro, lo cierto es que Guarnizo o 'Pontoni', su pasión fue el fútbol, vivió el dorado de ese deporte en nuestro país, y está vinculado a su historia desde la fundación del Deportes Tolima en 1954, hasta traer las primeras contrataciones argentinas donde se destacan los nombres de Óscar Jamardo y Edgardo “Cuqui” López, dos hombres formidables en las canchas colombinas, entre otros.
La partida hacia el oriente eterno de Luis Esteban Guarnizo o 'Pontoni', por protocolos y razones obvias de la pandemia no podremos rendirle el tributo final cerca a su féretro, pero desde aquí elevamos plegarias al cielo para que el Gran Arquitecto del Universo, lo reciba en la cancha del aquel fútbol romántico y de garra que conoció y vivió, practicado por verdaderos varones que no fingían lesiones ni mucho menos eran payasos del espectáculo de multitudes.
También se jugaba el fútbol puro, aún no contaminado por las mafias y el despiadado comercio que convierte al deportista en una simple mercancía así sea multimillonaria.
Adiós para siempre mi querido y recordado amigo, a Luis Esteban Guarnizo o a 'Pontoni', el último sobreviviente de los fundadores del Deportes Tolima que quedaba con vida. Con él se va también el grito de gol honesto y transparente, de un deporte hoy tan cuestionado y tan sucio.
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