Su trabajo recorriendo el mundo y viviendo en hoteles cuatro y cinco estrellas como administrador de los mismos, le permitió conocer de primera mano la gastronomía de cada país. 

Ahora ya disfrutando de su esposa, hija y nietas, dedica los domingos a sorprender a los suyos con un plato diferente, así se cocine con los mismos ingredientes que un plato típico colombiano. 

• Puede leer:  Escenas nocturnas de Ibagué antes de la cuarentena

Todo cambia siempre y cuando se ponga ese toque mágico en la sazón y se deje volar la imaginación, esa que recrea desde la fotografía su yerno, el ibaguereño Manuel González, un experto en redes sociales que adorna y compone los escenarios de acuerdo al plato a comer.

Primero fueron las postas de la Costa Caribe colombiana, una mojarra frita pero sin aceite, acompañadas de patacón y arroz con coco y suero costeño. Un plato bien servido asistido con una historia de vida en alguno de los lugares donde dejó su huella. 

Luego la comida española, una deliciosa paella valenciana precedida de una entradilla de tapas y una buena sangría, el acento se sentía más 'sesiado', habla entre costeño, rolo y español, pero su vestimenta y el olé acentuado hacían que el comedor fueran las tablas de uno de los teatros del país con un actor interactivo.  

• Puede leer: "Para que las cosas queden ricas, toca hacerlas con amor"

La tercera semana salió con botas texanas, sombrero de vaquero, la bandana, esa pañoleta que servía a los cowboys americanos para no comer polvo; pantalones levis y camisa ceñida al cuerpo. Las costillas a la BBQ fue el plato central, esta receta clásica de la gastronomía gringa permitió hablar de su paso por Texas. Su nieta Emilia de 4 años de edad le celebra todo y su risa picarona junto a la de Gabriela hacen que Carlos busque el traje ideal para la próxima semana. 

Este domingo preparará comida asiática, se espera entonces que el plato junto a su vestimenta sean nuevamente el centro de la reunión donde rompen la monotonía y hacen del almuerzo un momento sagrado, mágico, familiar, lleno de amor. Una receta que dejará a sus nietas en unos años la gracia de contar una bonita experiencia en épocas de pandemia.