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Zonas económicas sociales especiales
El departamento tiene seis representantes a la cámara (Ferro, Matiz, Yepes, Gaitán, Medina y ‘Choco’) y dos senadores (Barreto y Paloma); sin embargo, sólo hasta ahora, un congresista, Miguel Ángel Barreto, presenta un proyecto de ley que beneficia directamente a la región. No digo que el resto no trabajen, sólo que revisando en la plataforma Congreso Visible de la Universidad de los Andes, los siete restantes no han presentado ningún proyecto de ley que traiga desarrollo a nuestra tierra. Se han dedicado a temas generales, nacionales, y en algunos casos, a ayudar a otras tierras sin que piensen en algo que tenga un impacto positivo en la región que los eligió como sus representantes.
Incluir al Tolima en las Zonas Económicas Sociales Especiales (ZESE), busca esencialmente atraer la inversión y que las nuevas empresas que se creen en los tres años siguientes, reciban beneficios tributarios si demuestran un aumento del 15% en el empleo directo generado. En la actual crisis económica y social generada por el desempleo, el proyecto de ley no deja de ser una propuesta interesante que, curiosamente, ha sido atacada, seguramente en medio del fragor político que en esta tierra nunca acaba.
Históricamente, los beneficios tributarios no han generado el empleo que proyectan. La ley 1429 de 2010 de formalización y generación de empleo que esperaba crear 350 mil empleos formales en cuatro años, tan sólo llegó en el primer año a 35 mil. Un estudio de la Comisión Europea sobre las reformas tributarias implementadas en 31 países europeos, Japón y Estados Unidos durante 20 años arrojó que el impacto de las mismas es cuantitativamente muy bajo y estadísticamente no significativo: en muchas ocasiones, los beneficios tributarios terminan en el bolsillo de los empresarios.
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Sin embargo, las ZESE tienen un componente especial: nuevas empresas. Se trata de atraer la inversión a la región, de ahí su importancia. Pero por más beneficios que existan, los empresariosno toman decisiones basados en los impuestos. Si toca pagar, pagan. Las decisiones para radicar su empresa en una región, aumentar su producción y la planta de personal pasa más por la competitividad de las ciudades y por la calidad de la mano de obra. El Tolima no es competitivo, tiene baja infraestructura, dificultad a la hora de emprender procesos administrativos con los gobiernos y oferta académica tradicional que no cubre los renglones que exige la nueva economía.
Entre 2013 y 2016, todas las ciudades del país menos Ibagué y Santa Marta avanzaron hacia la frontera de las mejores prácticas mundiales para el desarrollo de nuevos negocios. Según el índice Doing Business del Banco Mundial, Ibagué cayó del segundo puesto en el país al puesto 26, en temas como apertura de empresa, permisos de construcción, registro de propiedades y pago de impuestos. Y no hablemos de servicios públicos —Cielsa nos tiene a media luz y el Ibal no termina de solucionar los problemas de suministro de agua— ni de condiciones de seguridad, tamaño de los mercados, estabilidad macroeconómica , corrupción y nivel de formación y competencias laborales que no son medidos por el Banco Mundial.
Así, la inclusión del Tolima en las ZESE puede ser un inicio, pero la región requiere mejorar sus condiciones de competitividad. Las administraciones deben trabajar en infraestructura, vías, servicios públicos, trámites, seguridad y la lucha contra la corrupción. Si el proyecto no va de la mano con iniciativas creativas que mejoren las condiciones de Ibagué y de los municipios, el proyecto no tendrá impacto en la región. La palabra la tienen los alcaldes, el gobernador y las universidades. ¿Qué van a hacer?
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