Opinión
Víctimas del tráfico y la inconsciencia
En el mundo hay varios flagelos que afectan en forma negativa tanto a los seres humanos como a los demás seres vivos, incluidas las especies forestales de ecosistemas especiales como el de la Amazonía entre otras áreas de particulares características. Resulta que entre los negocios ilegales que mueve millones de dólares en el mercado negro aparte del narcotráfico, la trata de personas y la venta de armas para la guerra y la delincuencia doméstica de los países emergentes, está el tráfico de fauna silvestre de cada uno de los departamentos y países afectados por tan deplorable práctica.
Según el reporte del Sistema de Información Estadístico, Delincuencia y Operativo de la Policía Nacional de Colombia-SIEDCO, reportó oficialmente que en el año 2021 se ejecutaron más de 285.000 incautaciones de flora y aproximadamente 25.000 incautaciVones de especímenes de fauna, incluyendo 2.325 capturas de personas infractoras del Código de Recursos Naturales y Código Penal.
Entre las especies de fauna mayormente extraídas de su hábitat natural, movilizadas y/o comercializadas en el oscuro y multimillonario mercado de tráfico ilegal de fauna - incluso trasnacional-, se encuentran las tortugas, hicoteas, iguanas, babillas, guacamayas (azul-amarillo) toda variedad de loros, osos “perezosos” primates tal como el mono “tití” o el “cabeciblanco” que solo se encuentra en la costa caribe de nuestro país, además de especímenes de peces ornamentales y ranas venenosas únicas y propias de la región Amazónica.
Según el dato policial, los departamentos donde más se extraen, trafican y/o incautan especies silvestres, están los departamentos de Cundinamarca, Santander, Córdoba, Antioquia, Sucre, Bolívar, Atlántico.
Nuestro departamento (Tolima) no se escapa de estar involucrado en la cadena criminal, en razón, a que, por encontrarse geográfica y estratégicamente en el centro del país, es sitio de confluencia de las principales redes viales, donde se movilizan en forma clandestina especímenes que vienen del Putumayo, Caquetá, Huila, alta Amazonía y el pacífico, con destino a los principales aeropuertos internacionales o simplemente camuflados vía puerto de buenaventura o puertos de recóndita frontera.
Eso en cuanto al trafico ilegal de fauna, pero un flagelo ignorado por las autoridades de Policía y Ambientales, están los corredores de cacería de fauna silvestre que escapa de controles y evidencia, tal como ocurrió en días pasados con la matanza de más de 300 especímenes de “Águilas Cuaresmeras” (Buteo Swainsoni y Buteo Platypterus) que surcaban los cielos del norte del Tolima en la zona rural de Falán, en curso de regreso al continente norteamericano y Canadá. Esta noticia es triste y de verdad conmociona a quienes apreciamos la vida de los demás seres vivos. Pero debemos alertar que tales prácticas que aún se usan por parte de algunos ciudadanos propios y extraños, que incluso se encargan de perseguir ocelotes, pumas, dantas y osos de anteojos, bien por defender sus rebaños o por afinar destrezas de caza.
Ello nos motiva -desde mi enfoque ciudadano y profesional- a hacer un llamado de atención para que además de iniciar procesos sancionatorios de carácter ambiental o de convivencia ciudadana, se individualicen y judicialicen los autores materiales de tan reprochable acto de inconsciencia ambiental y además de radicar las denuncias, tal como lo precisó la Directora General de Cortolima en sendo comunicado, haga lo propio para que se constituya institucionalmente como víctima en los respectivos procesos penales tal como lo prevé el artículo 340 del Código Penal Colombiano y no pase desapercibida su actuación sólo con palabras y anuncios. Amanecerá y veremos la eficacia y eficiencia tanto de la autoridad ambiental regional, como de la Policía Judicial, fiscales y jueces, de los cuales esperamos mayor sensibilidad y compromiso en sus labores con estos casos que conmocionan a la opinión pública, actores ambientales y los recursos naturales.
Por lo anterior, debo solicitar a las autoridades competentes, mayor consciencia y profesionalismo para luchar en contra del tráfico de la fauna y la flora, así como de la cacería doméstica y periódica que se incrementa en proximidades de la semana santa a costa de aplicar prácticas religiosas, medicinales o de interés afrodisiaco como algunos creen.
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En un fallo ejemplar que alguna vez tuve en mis manos, aludiendo al respeto a los demás seres vivos que acompañan nuestro existir en la “casa Común”, un Juez de la República señaló con precisión “… la dignidad de los seres humanos empieza con el respeto que debemos a los demás seres vivos”.
Ahora que nos traerá el futuro más presente que el ayer de lo vivido, como experiencia de aprendizaje en el hoy.
*Ingeniero Ambiental
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