Columnistas
Sobre deseos y propósitos de enmienda
Por: Alberto Mejarano Ávila
En el círculo más íntimo del entorno familiar, a las 12 de la noche del día 31 del mes 12, las personas suelen practicar el rito de pedir 12 deseos (con 12 uvas como eucaristía) y hacer propósitos de enmienda nacidos de sus más hondos valores y sueños. Hago votos sinceros para que todos logren sus deseos y propósitos de enmienda y de paso me permito sugerir, con respeto, que al menos uno de esos deseos sea la prosperidad del Tolima y una de las enmiendas la de corregir las ideas y conductas políticas.
Lo sugerido tiene como inequívoca lógica que si el deseo de progreso para Tolima se hace realidad, los peticionarios y sus familias (especialmente su descendencia) tendrán mejor futuro y, si los propósitos de rectificar la actuación política se hicieren verdad, estaríamos evitando que el 2018 reedite la politiquería y perdamos un año más entre mentiras, falsas promesas, majaderías, egolatrías y esnobismos teóricos, lograríamos que los liderazgos se guíen por ideas progresistas y haríamos que surja el mágico efecto sinérgico que se origina al caminar juntos hacia el mismo lado, así sea por carriles diferentes.
Es verdad de Perogrullo que en la prospectiva tolimense (y en toda sociedad especifica) la cultura política y la conducta electoral son factores determinantes para enquistar el atraso o para alcanzar el progreso personal y social y por ello resulta indebido coadyuvar a que los sucesos electorales sigan siendo un vulgar rosario de lugares comunes y, en su defecto, lo correcto sería “subir la vara” de exigencia moral e intelectual a quienes pretenden llevar la vocería y representación de los intereses del Tolima en el ámbito nacional.
El qué debe acompañarse del cómo, del cuándo y del quién, así reza la norma básica de planeación y gestión por resultados. Sabido es que en política sólo importa ser elegido (el quién) y que la promesa (el qué) no es fin sino astuta carnada y por ello enmendar debería traducirse en exigir al actor político el cómo y el cuándo sustentando sus promesas con el análisis histórico de los problemas, la visión de sociedad que propone, el proyecto político para construir la nueva sociedad (que por sí misma remedia sus problemas) y el esbozo estratégico para lograrlo. Recordemos que un buen político no es quién se arroga el papel de redentor, sino el que convoca y orienta para que entre todos redimamos la región.
El Tolima será políticamente serio y perspicaz si rechazamos colectivamente la retahíla de problemas sin análisis de causalidad, sin sopesar márgenes de maniobra para calcular la viabilidad de las soluciones y sin pensamiento estratégico fundamentado antropológica, sociológica e históricamente. El propósito de enmienda atrás sugerido niega la abstención como conducta política correcta y supone empoderamiento para exigir y, si es menester, negar el voto a quien aspire a influir políticamente en la construcción del futuro tolimense sin tener atributos básicos de orden ético e intelectual. ¡Felicidades y éxitos en 2018!
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