Columnistas
Miguel Uribe: un legado que no podrán silenciar
Por Felipe Ferro
*Diputado Asamblea Departamental del Tolima. Centro Democrático.
Colombia atraviesa un momento doloroso y decisivo. El magnicidio de Miguel Uribe Turbay el 11 de agosto de 2025, tras haber sobrevivido 66 días a un atentado sicarial, no es solo la tragedia de una familia, sino una herida abierta en la democracia.
Miguel representaba a una nueva generación de liderazgo, comprometido con la defensa de la libertad, la seguridad y la transparencia en un país que, hoy más que nunca, necesita voces firmes. Su partida no apagará las ideas que defendió, porque las convicciones no mueren con la violencia.
Miguel Uribe Turbay no fue un político improvisado. Nieto del expresidente Julio César Turbay y marcado desde niño por el asesinato de su madre, Diana Turbay, entendió que la política debía ser un instrumento de transformación y no de división. Por eso se unió al Centro Democrático, donde encontró un espacio para luchar contra la corrupción, el desgobierno y la violencia. El presidente Álvaro Uribe Vélez, que reconoció en él un liderazgo con futuro, lo invitó a trabajar en propuestas que hoy cobran más vigencia que nunca.
El funeral de Miguel fue también un llamado a la conciencia nacional. Su padre, Miguel Uribe Londoño, con la autoridad moral de quien ya ha perdido demasiado por cuenta de la violencia, señaló con claridad que esta guerra tiene culpables y responsables. No se trata de una tragedia aislada: es la confirmación de que Colombia vive un momento de retroceso, donde la violencia vuelve a imponerse sobre el debate democrático. Su voz recordó que no podemos acostumbrarnos a esta barbarie.
El mensaje de Uribe Londoño fue directo: "Callaron a Miguel, pero no podrán callar la voz de millones de colombianos que piden un cambio". Ese es el verdadero reto: transformar el dolor en fuerza cívica y convertir la indignación en acción política. El 2026 aparece en el horizonte como una oportunidad única para corregir el rumbo del país y frenar la locura que hoy lo consume. No es momento de apatía, sino de compromiso.
El llamado también fue dirigido al presidente Álvaro Uribe Vélez, para que asuma nuevamente, junto a nuestro partido, las banderas por las que Miguel dio la vida. No se trata solo de un deber político, sino de un compromiso moral con millones de colombianos que hoy sienten miedo e incertidumbre. El uribismo y todas las fuerzas democráticas deben responder a este desafío histórico.
Colombia está frente a una disyuntiva: permitir que el crimen defina nuestro destino o demostrar que, incluso en medio de la adversidad, las ideas pueden triunfar sobre la violencia. Miguel Uribe Turbay fue asesinado, pero su propósito permanece intacto. Honrar su memoria significa no claudicar, ni rendirse y no dejar que la violencia vuelva a decidir el futuro de nuestra nación.
Por eso, junto a mi partido, el Centro Democrático, alzaremos más alto que nunca las banderas de la seguridad, la justicia y la libertad. Que lo sepa Colombia: no vamos a retroceder, no vamos a ceder y no vamos a callar. Vamos a ganar las elecciones del 2026 para recuperar el rumbo del país y devolverle a los colombianos la tranquilidad que les han arrebatado. Por Miguel y por millones que hoy claman liderazgo, asumimos esta lucha con la frente en alto y el corazón firme. Porque donde asesinaron a un líder, nacerá una generación dispuesta a defender lo que él representó.
(CO) 313 381 6244
(CO) 311 228 8185
(CO) 313 829 8771