Columnistas
Los Valores, sustrato del desarrollo humano
Ciertamente, de los Valores se habla bastante (en la televisión, los medios informativos, las redes sociales, en los trabajos, las escuelas, las universidades e incluso, en las calles). Sin embargo, se ignora mucho acerca de ellos- su definición, sentido y objetivo- y, por tanto, la concreción en la existencia diaria es parcial, insuficiente o deficiente.
En efecto, solemos escuchar, en todo momento, de la necesidad y trascendencia de la libertad, la justicia, el amor y la paz. No obstante, son valores que quedan en la mera retórica o en la intencionalidad, ya que no se aplican en su totalidad o no benefician al conjunto de las personas. Es más, se los suele integrar a algún tipo de ideario o doctrina política o religiosa casi de manera decorativa o simbólica.
Por lo pronto, al interior de la Filosofía existe una disciplina denominada Axiología (del griego “axios”: lo útil, lo valioso, lo necesario; “logia”: estudio o investigación), cuya definición, desarrollo y finalidad lo constituyen los Valores. Son parte fundamental de la Axiología, la Ética y la Estética, ambas disciplinas adolecen de amplio entendimiento y valorización en el mundo actual.
“Las instituciones humanas antes veneradas y exaltadas, hoy se desploman debido a su incapacidad, inercia, dogmatismo y /o corrupción”.
Ahora bien, grandes pensadores de la antigüedad siempre priorizaron Valores por sobre doctrinas, sistemas o métodos, ya sean filosóficos, políticos, religiosos o de cualquier otra índole. Efectivamente, para algunos el valor esencial es el Amor (Jesús), para otros, la Verdad y la Justicia (Sócrates), o la Belleza y el Bien (Platón); también destacan la Paz interior (Buda), el Conocimiento (Lao Tsé ), la Certeza (Agustín de Hipona), la Intelección ( Tomás de Aquino). En fin, los ejemplos son diversos. Empero, lo substancial es la enseñanza del Valor, la comprensión del mismo y su efectiva aplicabilidad en la vida personal y social.
Por cierto, nuestro presente es un mundo en crisis - ¡quién podría dudarlo! –. Las instituciones humanas antes veneradas y exaltadas, hoy se desploman debido a su incapacidad, inercia, dogmatismo y /o corrupción. Es un mundo de permanentes conflictos sociales, políticos, religiosos y culturales. Pues bien, las crisis no son el fin de la humanidad, pero sí son el término de algo y el nacimiento de algo distinto y desconocido.
En consecuencia, es el tiempo propicio para repensar y reaprender lo que somos, lo que queremos y lo que necesitamos, tiempo de imaginar y construir una vida nueva y mejor (¡para todos y todas!), donde nadie debe ni puede ser excluido.
Es aquí donde la Educación acerca de los Valores adquiere una importancia radical, ya que posibilitará edificar una sociedad verdaderamente humana y más que humana, vale decir, de crecimiento cualitativo y cuantitativo, donde lo necesario sea posible, donde las potencialidades se actualicen y donde los sueños sean una realidad.
“Sé empático. Mira con los ojos de otro, escucha con los oídos de otro y siente con el corazón de otro”. Alfred Adler.
“La paciencia es un árbol de raíces muy amargas, pero de frutos muy dulces”. Anónimo.
* Docencia e investigación en Filosofía
Universidad de Chile.
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