Columnistas
Los de las canas
Por Alba Lucía García
*Abogada de la U. Externado de Colombia. Dra en Estudios Avanzados en Derechos Humanos y líder en desarrollo regional.
En un país cuya población está envejeciendo, hablar de las personas mayores ya no es un asunto de compasión, es una oportunidad. Los de las canas, como cariñosamente algunos los denominan, representan una fuerza enorme para mover la economía, generar empleo, crear nuevos servicios y hasta inspirar modelos de vida más sostenibles y humanos.
Hoy, muchos adultos mayores gozan de buena salud, tienen conocimientos acumulados, tiempo y disposición para seguir aportando. Son consumidores activos, con hábitos distintos y necesidades específicas. Eso significa que, si sabemos entenderlos, podemos abrir un mercado lleno de posibilidades.
Por ejemplo, las universidades tienen el reto de formar nuevo talento humano en gerontología, psicología, fisioterapia, enfermería, recreación y gestión social, con un enfoque centrado en el bienestar de las personas mayores. Hay que preparar profesionales que comprendan el envejecimiento no como una carga, sino como una etapa valiosa.
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A los emprendedores, este escenario les abre un mundo de oportunidades. Pueden crear productos tecnológicos sencillos para mejorar la calidad de vida, diseñar ropa cómoda y funcional, desarrollar plataformas de acompañamiento o turismo pensado para mayores activos. Las empresas, por su parte, deben repensar su estrategia y buscar cómo integrar las capacidades de los mayores, creando espacios donde la experiencia y el conocimiento dialoguen con la innovación de las nuevas generaciones.
Y hay algo más que no podemos pasar por alto, ciudades como Ibagué y otros municipios del Tolima tienen condiciones ideales para atraer a las personas mayores que buscan una mejor calidad de vida. Son territorios con buen clima, bajo costo de vida, tranquilidad, oferta cultural y espacios donde se puede caminar, conversar y vivir sin estrés. Pero también pueden ser polos de una nueva economía, la de los servicios, la salud, la educación y el emprendimiento intergeneracional. En un mundo cada vez más acelerado, eso vale oro.
El Tolima merece más inversión en políticas y programas para las personas mayores, porque el futuro también tiene canas. Los líderes deben entender que en ellas hay una fuerza viva, con experiencia y sabiduría que puede mover la economía.
Es hora de actuar, crear empleos, servicios y espacios que les permitan vivir con dignidad y aportar desde su experiencia. Una región que cuida y valora a sus mayores no solo honra su historia, sino que asegura un futuro más justo, innovador y humano.
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