Si le preguntamos a los integrantes de la incipiente “coalición de centro” cual es la bandera que cada uno enarbola, ¿Qué responderían?. Probablemente Fajardo diría que la educación, De la Calle y Cristo insistirían en la paz y el necesario cumplimiento de los acuerdos para poder consolidarla, Robledo refrendaría la lucha obrera y la pujapor producir transformaciones que disminuyan las desigualdades sociales, Galánalzaría la vozpor políticas progresistas frente a la lucha antidrogas y la implementación efectiva de la Ley de tierras, y Angélica Lozano, en nombre de una parte de los verdes, reclamaría su lugar en la lucha contra la corrupción y la defensa del medio ambiente. Todos tendrán dentro de sus luchas algo o mucho de las de los demás. Nadie puede discutirlo, tienen un trabajo comprobado en esos ámbitos y seguramente tienen mucho por ofrecerle al país.

Pero querer construir una alianza excluyendo a Petro es un grave error, en lo electoral, pero sobre todo en lo político: todo lo que ellos defienden hace parte indefectiblemente de la agenda que el líder de la Colombia Humana ha propuesto para Colombia. Tan solo recuerde el lector lo propuesto por Petro en la pasada elección presidencial: educación universal gratuita, implementar la reforma rural integral y los demás acuerdos de paz, transformar el sistema salud para que se convierta en un monopolio del Estado y no de las EPS, cambiar el modelo pensional para que todos los colombianos tengan un mínimo de protección en la vejez, implementar una renta básica que garantice el mínimo de ingresos para las familias colombianas, iniciar la transición hacia las energías renovables, entre otros. Petro ha sido y sigue siendo el político que ha denunciado los mas grandes carteles de corrupción del país y nadie puede negar su condición de demócrata.

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Si sobre lo fundamental hay coincidencias entonces resulta muy difícil entender porque no hacer coincidir también la fuerza electoral si saben perfectamente que del otro lado hay una derecha muy bien organizada y con el poder y recursos necesarios para moler cualquier competencia que no este unida. Poner a sobrar a Petro desdice del compromiso de esos lideres por construir una agenda de país que integre las fuerzas que reclaman cambios estructurales. También es desconocer el ímpetu de una masa popular de ocho millones de colombianos que después del desastre del actual Gobierno esta lista (y mas convencida) para reiterar su voluntad de cambio en las urnas. Es comprar el estigma de “extremista” que el establecimiento ha logrado poner sobre alguien que propone reformas que les son incomodas. Es enviar el mensaje de que importa mas lo formal que lo sustancial. 

Para ganarle al uribismo hay que juntarse y lo lógico es hacerlo con quienes se tiene propósitos comunes. Una consulta sin vetos (la forma mas democrática para elegir un candidato único) confirmaría la voluntad de construir una fuerza demócrata capaz de vencer en primera vuelta. Anteponer las transformaciones que necesita el país por encima de los egosy prejuicios es la grandeza que la gente espera de los lideres que dicen querer cambiar a Colombia. Petro no sobra, hace falta.

No hacerlo implica aceptar seguir gobernados por el uribismo y ya sabemos la tragedia que eso significa.