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La nueva telenovela

La nueva telenovela

Como todo en Colombia lo serio se convierte en banal, lo jurídico en político y como amantes de las telenovelas, se arma un drama con libreto incluido al estilo Fernando Gaitán, para volver la realidad una telenovela con mártir, amores y desamores, clamores, llantos, poder, magnetismo, enajenación de mentes, malos y buenos, justicia, corrupción y final sin conocerse, hasta un próximo capítulo escrito por otro libretista.

Eso exactamente es lo que estamos viendo – lastimosamente- en el proceso que se le adelanta al ex presidente y senador Álvaro Uribe Vélez, el primer mandatario en la historia de Colombia en ser privado de la libertad por eventual comisión de delitos comunes por una alta corte jurisdiccional, frente a 27.000 horas de grabación, 5 testigos sobornados, 100 testigos y 7.000 folios de pruebas fehacientes. Se interceptó a unos supuestos delincuentes en investigación, y aparece la voz inconfundible del sindicado hablando con ellos, y con su abogado de apellido Cadena, no de las intimidades del proceso - lo cual tiene obviamente confidencialidad-, sino de cómo comprar testigos para que cambiaran su versión en contra y con carta pre escrita acusaran a otro senador, en palabras jurídicas sobornándolos y ejecutando un diáfano fraude procesal que hace que 5 magistrados profesionales preparados, ponderados, con amplia experiencia produzcan una medida de aseguramiento con privación domiciliaria de la libertad, en un auto de 1.556 folios donde al analizar prueba por prueba, desvirtuando la defensa y la absurda tesis del abogado Cadena que su gesto al ofrecer 200 millones al exparamilitar Monsalve y entregarle 48 era humanitario más defensa jurídica a otro -cuyo costo para ese abogado sería cercano a los 100 millones -y que su representado el ex no sabía– como siempre ha ocurrido a lo largo de los más de 30 ex funcionarios suyos extraditados, prófugos o pagando condena, concluyendo que para la Corte Suprema, lo que hay en el expediente en contra del senador “son indicios claros e inequívocos de que él fue determinador, inductor y beneficiario de un entramado ilegal para obtener testimonios a su favor y que hay pruebas suficientes en el expediente que evidenciarían que el papel de Uribe dentro de esta historia no fue pasiva, sino que, de manera reiterada y sistemática, se encargó de conseguir testigos que cambiaran sus versiones o las reforzaran para salir bien librado de las investigaciones penales”.

La Corte señala que “su rol fue fundamental, trascendente y muy activo en todas las fases que se requirieron para conseguir esos testimonios y que, además, fue el determinador, inductor y beneficiario y toda la idea criminal de presentarle al alto tribunal falsos testigos”. Recuerdan lo que paso en caso idéntico en el año 2007 con el ex magistrado Iván Velásquez que investigaba por parapolítica a Mario Uribe primo del entonces presidente, consiguiendo que otro ex paramilitar apodado Tasmania, firmará otra carta pre-escrita por otro abogado, probando un modus operandi de vieja data y terminándose con lógica que en libertad podría continuar con la compra de testigos -pues precisamente- por ese delito se le indagaba e imputarían cargos.

Pero iniciándose apenas la etapa investigativa, aparece como mártir del calvario el sindicado, con foto posando con cara de cordero degollado, afirmando –igual que lo hacen todos los delincuentes en el mundo – que es inocente, que todo es un montaje por haber derrotado a la insurgencia en su gobierno – lo cual no es cierto – por una justicia corrupta y comprada, por haberla chuzado en su época como presidente de la república bananera. Y sus súbitos hacen eco de esa estrategia, fruto del libreto elaborado con filigrana para desviar la realidad de lo ocurrido engañando a un pueblo sin memoria fácilmente manipulable, como ha quedado demostrado en actuaciones anteriores como el plebiscito o la amenaza del castrochavismo en nuestra patria.

Allí entran los otros actores como una llorona desconsolada pidiendo una asamblea constituyente absurda que requiere consenso – cuando lo que hay es polarización por cuenta de los actores reales de la política Colombiana – otros a pedir tutela cuando los abogados defensores no utilizaron el medio de defensa con que contaban, el recurso contra la providencia y siendo ésta residual no puede prosperar, pero sin importarle un bledo el resto de usuarios de la justicia – la congestionan aún más – con miles de tutelas; aparece el ladrón de Invercolsa a pedir justicia sin tener ética ni moral para ello; el poder representado en el presidente y algunos de sus ministros desconociendo la separación de poderes pidiendo absurdos, entre ellos el Mindefensa  -cabeza en Colombia en la persecución de delincuentes y criminales– tomando partido lo que además de irracional puede ser ilegal; los medios de comunicación haciendo publicaciones tendenciosas perdiendo su independencia y deber de informar realidades -jamás maquillarlas-; entrevistas en el sitio de reclusión- la finca guacharacas con una extensión de más de 1.660 hectáreas-que recuerdan a la periodista Virginia Vallejo en Nápoles; una abogada María Isabel Rueda en Semana, columnista criticando el léxico jurídico de la providencia cuando jamás ha ejercido el derecho siendo obvio que no lo entienda; defensores retando y detractores a ultranza; vehículos de alta gama en caravanas mostrando el poder de los seguidores del investigado; intimidaciones con incendiar el país; unos jueces amenazados y vilipendiados por cumplir con su deber; falacias para la galería al pedirse por uno de los abogados levantar la reserva sumarial, cuando ésta es irrenunciable y entre otros aspectos -protege la integridad del proceso- para que cuando se lo nieguen afirmar que quieren llevar al proceso a escondidas, en otro engaño vil y pérfido; continuando sus estrategias de defensa con ataques queriendo inmiscuir en un asunto jurídico -asuntos extraños - como el acuerdo de paz o acusando sin una real defensa, pues el único mencionado es el ya famoso alias tuso Sierra – quien vive cómodamente en los Estados Unidos- afirmando que jamás escuchó el nombre del ex presidente mencionado, cuando no podía saberlo pues jamás fue paramilitar sino narcotraficante  excluido de la Justicia y Paz inventada por Uribe.

Hay de todo como en la viña del señor, los colombianos y el mundo a prepararnos para continuar viendo los capítulos de esta telenovela bien montada en una diáfana grosería e irrespeto a la majestad de la justicia – que aunque cuestionada – no por unas manzanas podridas que están  prófugos o siendo juzgados, se puede generalizar debiendo ser defendida como institución seria, de una importancia trascendental para la democracia y la convivencia en toda sociedad civilizada. Los fallos judiciales aunque no se compartan…se respetan, se acatan y se discuten en los estrados judiciales, jamás en los medios de comunicación, ni con estrategias nonc santas y mentirosas.

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