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La muerte administrada

La muerte administrada

 

Por: Julio César Carrión

El mundo parece vivir la cruel repetición de la barbarie. La obstinación por la muerte administrada, los genocidios, las masacres, los asesinatos selectivos extrajudiciales y en general los crímenes de Estado, hoy hacen parte de nuestra pavorosa cotidianidad. Una incesante ordalía de sangre, de muerte y de terror infecta a toda la humanidad.

Esta espiral interminable de violencia, sirve para ratificar la supuesta veracidad de las más  distintas ideologías, creencias y doctrinas, así como el poder de los Estados, de las confesiones religiosas, de las opiniones políticas y hasta de las tesis y las teorías; no hay otro argumento.

Hemos asimilado la vesania y el horror como expresiones fehacientes de la validez de nuestras convicciones. Freud señaló con claridad que en el principio mismo de la civilización ya se encuentra instalada la barbarie.

Hace apenas 70 años, el 14 de mayo de 1948, se instauraba el Estado de Israel, ocupando territorios de la Palestina y provocando el subsiguiente desplazamiento de los pobladores históricos de esa región, lo cual aún no ha cesado, por los intereses expansionistas del gobierno sionista. Años antes, bajo el III Reich alemán, el pueblo judío y otras minorías étnicas, políticas y sociales tuvieron que soportar el régimen de terror impuesto por los nazis.

Las interminables torturas, los desplazamientos forzados, los campos de concentración y el planificado exterminio que significó el Holocausto agenciado por los nazis, hoy se repiten y el gobierno judío de Israel hace palidecer al propio Hitler, por los constantes actos terroristas contra el pueblo palestino.

Es interesante observar cómo la eficacia de la muerte, y en general de las hazañas sanguinarias, hermanan las doctrinas y constituyen punto clave de encuentro y coincidencia de las más disímiles creencias. No en vano expresó Emil Ciorán: “El fanático es incorruptible: si mata por una idea puede igualmente hacerse matar por ella; en los dos casos, tirano o mártir, es un monstruo. No hay seres más peligrosos que los que han sufrido por una creencia : los grandes perseguidores se reclutan entre los mártires a los que no se ha cortado la cabeza”.

Pero hay algo más, los modernos asesinos masivos, no sólo están asistidos por el convencimiento fanático de sus doctrinas, sino que son obedientes funcionarios de un Estado y dicen estar luchando contra el terrorismo.

 

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