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La importancia de la política de crecimiento de salario mínimo: algunas reflexiones para Ibagué y Tolima.
Por Diego Fernando Ramírez Reinoso
*Profesor de tiempo completo de la Universidad del Tolima. Coordinador del Observatorio de Empleo de la UT.
El éxito de la política económica del gobierno nacional que ha llevado no solo a un proceso de reducción del desempleo a tasas históricas, sino también a mantener una inflación controlada con crecimiento económico, ha sido el aumento del salario mínimo por encima de la inflación causada en paralelo con la política de incentivos a la producción agropecuaria no solo vía créditos sino también con la titulación de tierras para las y los campesinos.
Esta combinación virtuosa ha permitido que las mejoras del poder adquisitivo de la población trabajadora, expresadas en una mayor demanda de bienes y servicios (especialmente alimentos) sean satisfechas por parte de los productores agropecuarios, por lo que en vez de generar una creciente inflación de salarios lo que ha permitido es crear un incentivo para acrecentar la producción de alimentos incluso a menores precios.
Por lo tanto, la relación entre crecimiento del salario mínimo y crecimiento del costo de vida es relativamente inelástica, es decir, el aumento porcentual del salario mínimo es mucho mayor al aumento porcentual del costo de vida.
Pero el efecto no se limita a la relación entre demanda y oferta, sino también los aumentos del salario minino han permitido un crecimiento de los ingresos laborales de las y los trabajadores del campo por dos principales razones: 1. Porque sus productos han encontrado nuevos compradores; 2. Porque los ingresos laborales de los informales están anclados al salario minino
Según los datos del DANE, en los últimos años 2024 y 2025 las y los trabajadores en conjunto han incrementado su ingreso nominal en un 11% y 10% respectivamente, mientras que el salario mínimo aumentó para 2024 un 12,07% y para 2025 un 9,5%, y aunque se esperaría, como algunos economistas señalan, que el sector informal está excluido de esta medida, “curiosamente” el ingreso laboral de los informales ha crecido en un 11,18% (2024) y un 10,71% en 2025, es decir, crece en mayor proporción que el salario mínimo y que el ingreso promedio de todos los ocupados.
Lo anterior significa que en Colombia la fijación del salario mínimo no solo es un determinante para el ingreso laboral de los formales, especialmente de quienes ganan el salario mínimo que es un grupo significativo de la población trabajadora formal (10%), sino también es un referente para los trabajadores informales. El aumento del salario minino mejora su capacidad de negociación frente quienes contratan su fuerza de trabajo.
Lo anterior tiene una mayor relevancia para los trabajadores del campo asociados con el sector agrícola y pecuario, quienes desafortunadamente la inmensa mayoría (más de 90%) presentan relaciones laborales informales. El aumento del ingreso laboral de las y los trabajadores informales del campo a raíz de los incrementos del salario mínimo, ha sido favorable no solo para mejorar sus condiciones de vida, su poder adquisitivo, sino también para impulsar la economía de los territorios, creando consigo derrama económica.
Lo anterior se puede observar con bastante claridad en el Tolima, importante productor agropecuario del país que no solo vive un auge de su economía dado el crecimiento del sector primario sino también esto ha creado una derrama económica hacia los sectores secundario y terciario que se expresa en un crecimiento significativo de la actividad económica de Ibagué, que como epicentro logístico, comercial, de entretenimiento y financiero del departamento ha experimentado un creciente aumento de la tasa de ocupación y, en consecuencia, una reducción sistemática de la tasa de desocupación a cifras no vistas a lo largo del siglo XXI.
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Por lo tanto, la política de aumento del salario mínimo a pesar de las altas tasas de interés no solo ha generado un incremento en el ingreso laboral de las y los trabajadores (formales e informales) sino también ha creado un auge de la demanda agregada, mayor crecimiento económico, menor desocupación, caída en la pobreza monetaria y aunque buena parte de los economistas tradicionales no lo crean todo esto en el marco de un escenario de baja inflación.
En este sentido, existe en los últimos años evidencia para defender y apoyar la continuación de la política de crecimiento del salario mínimo por encima de la inflación, puesto que no solo mejora la capacidad adquisitiva de los trabajadores del sector formal sino también de aquellos que se encuentran en la informalidad y, además, también promueve el crecimiento económico pro trabajo que reduce el desempleo y la pobreza.
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