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Opinión

La guerra y la paz

La guerra y la paz

Por Juan Bautista Pasten G.


Hoy, precisamente, los medios de comunicación del mundo entero, nos atiborran con imágenes, comentarios y sesudos análisis (unos más, otros menos) de lo que acaece en la Europa Oriental, donde dos países vecinos, producto de profundas diferencias valóricas, ideológicas y geopolíticas, se encuentran enfrentados de modo violento.

Parafraseando al filósofo alemán, George W. Hegel, quien señalaba en uno de sus textos lo siguiente: “El espíritu golpea las puertas del presente”, queriendo expresar que el hombre bueno, libre y justo daba los primeros pasos y acciones en la construcción de una vida mejor. No obstante, ese bello pensamiento filosófico, ese ansiado objetivo de interacciones armoniosas y plenas, ha logrado nunca consolidarse del todo en el mundo, salvo honrosas excepciones y por reducidos períodos de tiempo.

En efecto, en la realidad actual podemos interpretar la cita hegeliana, llevar a cabo una exégesis de la misma e indicar que no es el espíritu, sino que, por el contrario, es “la guerra lo que golpea las puertas del presente”. Las causas y los motivos que generan los conflictos bélicos son variados y entendibles, ya sean hegemónicos, políticos, étnicos, religiosos, territoriales o, por sobre todo, económicos. La humanidad - hoy como antes – vive en un permanente conflicto de unos con otros.

Ahora bien, los medios de comunicación nos informan, casi al instante, lo que ocurre a miles de kilómetros de nosotros (recuérdese el término de “aldea global”, propuesto por el sociólogo Marshall Mac Luhan para expresar el continuo avance de la tecnología audiovisual, a mediados del siglo pasado). Sin embargo, esos mismos medios no se limitan a mostrar e informar lo que está sucediendo, sino que, además, buscan, subrepticiamente, la manera de influenciar e imponer ideas y conclusiones a oyentes y espectadores menos cautos y analíticos, siempre susceptibles de ser manipulados.  Muchas personas terminan internalizando y asumiendo como propias consideraciones y opiniones exógenas, ajenas, que provienen ya sea de conductores y analistas del programa referido, que suelen manifestar la línea editorial del medio en cuestión.

Las observaciones anteriores pueden corroborarse en múltiples situaciones. Para muestra de esto, solo un botón. Hoy – cuando escribo este artículo – la televisión dedica horas y horas a tratar el conflicto entre Rusia y Ucrania. Sin pretender adherir a una u otra posición (para ello no basta un simple texto), propongo solo dos interrogantes importantes: a) ¿Por qué los canales televisivos, tanto locales como las grandes cadenas informativas, no dedican ni han dedicado la misma trascendencia a lo que acaece en el Medio Oriente, a la constante intromisión bélica de Israel en territorios palestinos? b) ¿Por qué no se transmiten y otorgan largos espacios de visualización, crítica y reflexiones a la hambruna, la miseria, las injusticias sociales, las enfermedades emergentes, la destrucción masiva de la naturaleza y el medio ambiente por empresas invasivas? ¿Por qué ese afán de manipular las noticias, así como de ocultar la realidad planetaria?

Esperamos que estos y todos los males que afectan al mundo encuentren pronta solución.

Pienso que los grandes y pequeños problemas humanos, aquellos que ocasionan conflictos desde lo familiar a lo genérico y mundial, solo podrán ser superados cuando la anhelada Paz deje de ser un ideal vacío, una mera noción carente de substancialidad, de justicia y de verdad.

Por nuestra parte, pensamos, con certeza y optimismo, que esto es y será posible cuando el ser humano despierte y tome consciencia de su auténtica realidad como persona humana y universal. De lo contrario, otros seres harán lo que nosotros, como humanidad, no supimos hacer.

La constante movilidad, cambios y transformaciones naturales y sociales, que Hegel denominó “dialéctica”, serán un proceso evolutivo creciente para la humanidad y el planeta, en la medida que eventos como la paz (“tesis”) y la guerra (“antítesis”) logren la “síntesis”, es decir, la unidad y superación de ambas en el Amor, en cuanto consolidación personal, social, universal y divina.

 Ahí y solo ahí, el Espíritu se encarnará con Libertad y Consciencia.

Siempre gana quien sabe amar”. Hermann Hesse, escritor alemán, siglo XX.

Todo lo que se hace por amor, está más allá del bien y del mal”. Friedrich Nietzsche, filósofo alemán, siglo XIX.

La medida del amor es el amor sin medida”. Agustín de Hipona, filósofo latino, siglo V.

*Docencia e investigación en filosofía

Universidad de Chile

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