Columnistas
La comunidad incel: misoginia digital y radicalización patriarcal
Por Laura Valentina Méndez Serrano
*Estudiante de Ciencia Política (Universidad del Tolima)
Hablar de comunidades que se fundamentan en el odio no es sencillo. Sin embargo, abordar el fenómeno de la comunidad incel —“involuntary celibates” o “célibes involuntarios”— es fundamental para entender que no se trata solo de un discurso, sino de una figura ideológica y política que representa una amenaza real y concreta para las mujeres en la actualidad.
Esta comunidad ha ganado notoriedad en los últimos años como una subcultura digital masculina articulada alrededor del rechazo sexual y afectivo. No puede ser reducida a una simple anécdota de internet ni interpretarse únicamente como una forma de frustración romántica. Su crecimiento sostenido y su capacidad para incidir en el debate público lo convierten en un problema social de múltiples dimensiones, donde convergen salud mental, relaciones de género, discurso de odio, relaciones de poder y violencia estructural.
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Los espacios donde los incels se congregan —foros especializados y redes sociales— se configuran como comunidades cerradas que alimentan una visión profundamente misógina del mundo. En ella, las mujeres son vistas como responsables directas del sufrimiento masculino, y se despliega una narrativa que las deshumaniza constantemente. Se las clasifica mediante etiquetas como “Stacy” (mujer atractiva e inalcanzable) y “femoid” (término deshumanizante), mientras se glorifican agresiones contra ellas. Esta construcción discursiva tiene efectos concretos: naturaliza la violencia de género y genera un entorno propicio para la radicalización y la expansión de ideologías misóginas.
El discurso incel se inscribe en un patrón más amplio de reacción patriarcal frente a los avances de los derechos de las mujeres. La figura del hombre heterosexual como sujeto frustrado y víctima de la liberación sexual femenina es un relato que no solo niega la autonomía de las mujeres, sino que reconfigura el privilegio masculino como sufrimiento injusto. En otras palabras, lo que se presenta como “dolor emocional” es, en muchos casos, una forma de resistencia simbólica y política a la igualdad de género.
El vínculo entre este fenómeno y la salud mental ha sido ampliamente debatido. Muchos integrantes de estas comunidades manifiestan síntomas de ansiedad, aislamiento social y depresión. Sin embargo, en lugar de encontrar acompañamiento o contención, estos malestares son instrumentalizados como base para reforzar la hostilidad hacia las mujeres. La salud mental, lejos de convertirse en un espacio de cuidado, se transforma en terreno fértil para discursos de odio. Esta desviación del sufrimiento hacia la agresión colectiva es uno de los aspectos más peligrosos del fenómeno incel.
La presencia de estos discursos en redes sociales no es pasiva. Plataformas como Reddit, 4chan, TikTok o X han funcionado como canales de difusión masiva donde los discursos incel no solo se reproducen, sino que se amplifican mediante algoritmos que premian la interacción, sin filtrar su carga de odio. La estetización de la misoginia y el humor irónico son estrategias frecuentes para hacer estos discursos más digeribles y virales. Esta dinámica ha permitido que ideas que antes eran marginales hoy circulen con normalidad en el ámbito digital, lo que evidentemente pone en riesgo la integridad de las mujeres.
Varios casos de violencia y asesinatos en Estados Unidos y Canadá han sido protagonizados por jóvenes radicalizados en comunidades incel, lo que evidencia que no se trata de un fenómeno simbólico o anecdótico. La misoginia expresada en línea tiene consecuencias materiales, y su normalización contribuye a perpetuar un entorno de inseguridad para las mujeres, especialmente jóvenes. La radicalización incel debe entenderse como una forma de violencia política de género que se enmascara bajo discursos de victimización masculina.
Lejos de ser un fenómeno aislado, la comunidad incel es síntoma de una crisis más profunda en torno a las masculinidades contemporáneas, el manejo de los problemas emocionales y las resistencias frente al cambio en las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
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