Columnistas
Ibagué: ¿inclusión o retórica?
Por: Juan Camilo Arévalo
El pasado 17 de mayo se celebró en todo el mundo el día internacional contra la homofobia, transfobia y bifobiaIDAHOT en conmemoración al evento que tuvo lugar 17 años atrás, donde la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales con el objetivo de avanzar en materia de reconocimiento de los derechos humanos inherentes a las personas categorizadas y definidas como LGBTIQ.
Considero pertinente hacer una breve revisión de la situación actual de Ibagué en términos de inclusión, diversidad y políticas de identidad, de cara a eventos como la conmemoración del IDAHOT, la abolición de una iniciativa de referendo discriminatorio y la negativa por parte de la Asociación de Empleados Públicos de Ibagué ASOEMPUBLI a que candidatas transgénero participen en el certamen folclórico de la Alcaldía de Ibagué.
Si bien este último tiene una incidencia local, es el reflejo de una enfermedad global que nos permite abordar la discusión sobre las dos caras de la “inclusión”. Por un lado, nos encontramos ante un organismo legislativo de orden nacional que hundió un referendo que buscaba coartar derechos constitucionales de unas “minorías” bajo preceptos heteronormativos de prohibición y control sobre la vida de niños, personas solteras, viudas, separadas y parejas del mismo sexo. Esta abolición constituye la reivindicación de los derechos fundamentales de las minorías, de las voces sin eco de la sociedad, que no por ser menos escuchadas pueden ser objeto de derogaciones por parte de decisiones mayoritarias. Por otro, lado tenemos el caso de una agremiación sindical local, cuya postura a nivel discursivo parte del respeto a los procesos de inclusión y fortalecimiento de la comunidad LGBTIQ adelantados desde la Administración Municipal de Guillermo Alfonso Jaramillo; pero con un profundo vacío ético que radica en la preponderancia de valores morales respecto a la construcción identitaria de mujeres transgénero sobre los intereses sociales y culturales de un grupo de trabajadores adscritos a la Alcaldía de Ibagué.
El tema central aquí no es la participación o ausencia de una candidata transgénero en un certamen “folclórico”, cuyas dinámicas se fundamentan ya en la misoginia y en la difusión tanto de nociones de género exageradas como de valores estéticos patriarcales que reafirman formas arquetípicas y hegemónicas sobre los cuerpos femeninos. El problema real de esta discusión se encuentra en las retóricas de inclusión utilizadas usualmente por instituciones estatales y sociales que reducen y banalizan cualquier apuesta por avanzar en materia de derechos de las minorías y utilizan mecanismos de estereotipación para heterogeneizar e invisibilizar el abanico de singularidades LGBTIQ.
Parece oportuno retomar algunas consignas aportadas por el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, invitado a la decimotercera versión de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, quien describía la dicotomía existente al interior de las sociedades contemporáneas, que se caracterizan por ser sociedades políticamente democráticas pero socialmente fascistas. Es decir, navegamos en un modelo social utópico a nivel discursivo pero fallido a nivel práctico, pues en realidad el ciudadano no es un sujeto de derechos sino el objeto de los discursos sobre derechos.1
Traigo estos postulados a colación en relación al caso ASOEMPUBLI con base en las declaraciones realizadas por parte de esta asociación en diferentes medios locales, donde han informado sobre la existencia de un Acuerdo Municipal que los blindaría jurídicamente para excluir a participantes transgénero, pues el mismo, delimitaría la participación en el certamen únicamente a mujeres “biológicas”. Adicionalmente y en el marco de las mismas declaraciones han manifestado textualmente que cada integración social tiene sus espacios2 y ellos– los otros, que no son ni serán iguales a nosotros -deben entender que tienen sus espacios3.Es decir, la incidencia de la inclusión discursiva llega solo hasta el punto en que empiezan a esbozarse prácticas reales de equidad y afirmación de la diferencia, hasta el punto en que los espacios hegemónicos se ven permeados por agentes de la periferia y se acoge esta falsa noción de inclusión en la medida en quelas personas LGBTIQ permanezcan en su condición de marginalidad y vulnerabilidad (allá, lejos, en sus espacios) y la inclusión mantenga su nivel de discurso y carezca de aplicabilidad en el contexto social.
En conclusión y teniendo en cuenta este caso particular (que es tan solo un ejemplo minúsculo e insignificante), las discusiones respecto a derechos de las minorías en esta ciudad deben ampliarse y trascender el plano discursivo para convertirse en una realidad aplicable en plano social. Se deben analizar de forma minuciosa los gestos de exclusión y opresión (en todos sus niveles) que tienen lugar en los diferentes escenarios sociales; que no solo constituyen elementos clave en el ejercicio de violencia simbólica, sino que evidencian la naturalización de la discriminación en base a la orientación sexual e identidad de género.
¿El primer paso? Dejar de negar la existencia de la discriminación mediante discursos y justificaciones “incluyentes” y partir de su existencia para la implementación efectiva de políticas diferenciales y enfoques de género que trastoquen todos los estadios de la vida y permitan el reconocimiento de las personas LGBTIQ como sujetos con el derecho a gozar de los mismos espacios y oportunidades que una persona heterosexual y no como objetos utilizados para acusar al homofóbico u ornamentar al incluyente.
1https://www.youtube.com/watch?v=fZtwxDYmLqU
2 http://www.elnuevodia.com.co/nuevodia/sociales/notas-sociales/317305-joven-con-el-corazon-partido
(CO) 313 381 6244
(CO) 311 228 8185
(CO) 313 829 8771