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Hastío

Hastío

Mataron a cinco adolescentes negros en un cultivo de caña de azúcar en Cali, mataron a unos jóvenes universitarios en Samaniego Nariño, mataron 41 excombatientes de las Farc (10% más que en el año pasado), mataron a 97 defensores de derechos humanos. En 2020 van 33 masacres. Una cada semana. La ONU emitió un comunicado en los que señala “los serios impactos humanitarios y la limitada presencia del estado” en el marco de las masacres. Nadie dice nada. En Colombia vivimos la tragedia del encierro, la pobreza y de la muerte.

Hasta cuándo tendremos que oír al presidente Duque que llegará hasta las últimas consecuencias para dar con el paradero de los responsables, hasta cuándo se reunirá con el ministro de Defensa, con la cúpula militar y la policía para “revisar acciones en materia de seguridad y avances de investigación”… cuántas veces trinará lo mismo sin que nada cambie, sin que los culpables aparezcan nunca, sin que jamás se encuentren a los responsables. Seguirá la sangre regando los caminos. Las declaraciones se parecen cada vez más a una ensayada y vulgar obra de teatro que se ha prolongado a lo largo de nuestra historia. Siento el hastío.

Y mientras tanto, vemos Pasión de gavilanes, nos entretenemos con la posibilidad de que Tomás Uribe sea candidato presidencial, que si James es el mejor jugador colombiano de la historia, que si Neymar se le robó la novia a Maluma. Somos una mala telenovela. El mundo real no nos importa: no creemos en la justicia, no creemos en la política, no creemos en los gobernantes. ¿Cómo creer? Y entonces huimos. Que no nos hablen de muertos, que no nos hablen de política que esa siempre huele a feo y oramos para que llegue la esperanza que se demora.

Llegó el hastío. Y con él, la tristeza y el silencio. Sentimos el cansancio de los días. Sabemos, junto a Gabo, que no saldremos jamás de la ciudad de los espejos o de los espejismos, que algún día todo será arrasado por el viento y será desterrada la memoria de los hombres, y que todo lo escrito se repetirá desde siempre y para siempre “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tendremos una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Por: Carlos Pardo Viña, Escritor y periodista

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