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Opinión

El gourmet se avinagró

El gourmet se avinagró

Por Jhonny Alexánder Lozano B.


Se esperaba que la aparición en el escenario político de Alejandro Gaviria subiera el nivel del debate, algo que nunca ocurrió. Las alianzas de último momento que le brindaron tarima y muchedumbre le restaron en credibilidad. Por último, su frase “tuve que dejar de ser gourmet para convertirme en BonIce” fue una metáfora desafortunada que tuvo un sabor más clasista que intelectual.

La academia se debe a sí misma aprendizajes diarios. Su naturaleza así se lo impone. De unos años para acá la presencia de algún profesor, investigador, filósofo o matemático en la política viene acompañada de un mensaje que puede ser esperanzador o arrogante: “el debate tendrá más altura con Fulano de tal en la contienda”. En el caso de Gaviria, sus propuestas y declaraciones estuvieron lejos de presentar soluciones prácticas a los problemas de orden nacional.

Un discurso que buscó marcar un antagonismo claro con Gustavo Petro lo fue desdibujando en la dinámica. Algunos sectores del Partido Verde vieron en Gaviria un elemento de división. Un episodio que generó reacciones fuertes en la coalición fue la alianza con el cuestionado exgobernador de Cundinamarca Jorge Rey. En un acto multitudinario el exrector de Los Andes dejó ver su faceta más grandilocuente y con poses de caudillo se embriagó de tarima en un hecho que generó brechas entre sus coequiperos.

Jorge Robledo, el gran derrotado de la coalición, aseguró que si Gaviria ganaba la consulta no respaldaría su candidatura a la presidencia. La declaración de Robledo se dio minutos después de que las imágenes del Alejandro de tarima se viralizaran en redes.

Cuando la Registraduría ya tenía los cubículos armados, el ungido por la academia se comparó con un plato gourmet y aseguró que su deconstrucción lo había llevado a parecerse más a un Bon Ice que a un plato de alta cocina. Más allá de sus intenciones, el público advirtió un sesgo clasista en su mensaje. A la academia se le critica recurrentemente por su lejanía con la realidad. Flaco favor se hizo a sí mismo y al sector que supuestamente representa, Alejandro Gaviria, con una declaración cargada de vanidad y con tintes aporofóbicos.

Una buena lección para los académicos sería dejar de autorreferenciarse como garantía de asepsia política. De cualquier forma, hemos visto con decepción cómo en varias universidades del país se protege a abusadores, plagiarios y demás adefesios éticos que manchan la cacareada aura de pulcritud que han querido proyectar.  

*Docente Universidad de Ibagué

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