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Displicencia como estrategia
La minga de los indígenas del Cauca hasta Bogotá, hay que reconocerlo, a lo largo del trayecto y en su destino final fue un gran ejemplo de organización, cordura, disciplina, respeto y discreción.
Mientras el Presidente se quedó corto y sin argumentos ante esa pacífica movilización, razón suficiente para haberlos escuchado, con mayores veras si recientemente se condenaba el vandalismo y la violencia de otras movilizaciones que trajeron consigo destrozos y muerte.
La displicencia presidencial como pretexto fue una pretendida demostración de autoridad totalmente equivocada, que raya en la antipatía y representa el envalentonamiento de un mandatario, que más bien prefiere mirar por encima del hombro a sus gobernados.
Se olvida el Señor Presidente que él sin mayores méritos llegó a ejercer el cargo más importante del país, para el cual se requiere inteligencia, serenidad, empatía y experiencia en asuntos de Estado y de política, o por lo menos, cortesía, buena voluntad y gentileza en el trato, como elementales normas de cultura.
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Su displicencia como estrategia no conduce a nada positivo. Por el contrario, humilla, suscita frustración e incrementa la insatisfacción de los marchantes y de sus comunidades.
Además, denota inseguridad, soberbia y falta de solidaridad.
Pareciera no entender que "el desarrollo de una nación democrática se logra con la activa participación de todos los sectores de la sociedad.
De otro lado, a la Dirección de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior, ministerio del cual tampoco se notó interés alguno, se le olvidó que es deber suyo:
"Promover el reconocimiento a la diversidad étnica y el ejercicio de sus derechos. Además de formular e implementar las políticas que garanticen los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas." Todo lo cual requiere naturalmente, de un Presidente de la República que actúe sin exclusiones de raza, color o credo.
Pero su apatía por los indígenas del Cauca, que además sufren el flagelo de los asesinatos y abusos, hizo que los mirara con desden como si no fuesen colombianos.
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No es raro entonces, que de la misma forma que se negó a escucharlos irá a hacerlo con los estudiantes, los maestros, los obreros, los campesinos, los afrodescendientes, los pobres, y otros.
Y mientras eso sucede, su mal ejemplo cunde, tanto así, que en redes sociales se conoció un video en el que una bravucona señora al parecer, "empoderada" por la conducta del gobierno frente al caso, insultó y humilló a los miembros de la minga que se movilizaban al norte de la capital. En dicho vídeo la citada señora se refiere a los indígenas como "ignorantes y brutos”.
Durante muchos años como gerente del INCORA en el Tolima, gerente del INCORA en el Caquetá, y Director Nacional de Organización Campesina del mismo organismo; y luego, como Gobernador del Tolima, viví muy de cerca la problemática de los indígenas lo cual me enseñó que ellos son una realidad que requiere atención y buen trato. Por eso no estoy de acuerdo con la ineficaz e indolente displicencia utilizada por el gobierno como estrategia contra ellos.
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