Opinión
De culo pal estanco
Este fin de semana el retroceso en materia de seguridad y orden público subió de nivel. El anuncio del paro armado del ELN logró su objetivo: volver a los tiempos aciagos en los que la gente veía limitadas sus libertades por temor a la violencia de los grupos armados.
A pesar de que el Gobierno y las autoridades enviaron mensajes para tratar de transmitir que “aquí no pasa nada”, lo cierto es que, en regiones como la nuestra, muchos ciudadanos de a pie si sintieron zozobra y miedo. Desde el viernes muchos conductores de buses de transporte intermunicipal no quisieron viajar a ciertos municipios del Tolima y en varios centros poblados el comercio cerró o trabajo a media marcha por temores a contrariar la cantada amenaza. Y eso que supuestamente en nuestro departamento no figura una presencia significativa de esa guerrilla.
Tal vez el Gobierno Nacional se conforme con decir que no se presentaron hechos significativos de violencia durante el fin de semana, pero la verdad es que a estas alturas los colombianos no deberíamos vernos sometidos a tales amenazas.
Desde que el Gobierno rompió los diálogos con el ELN -por el infame atentado contra la escuela de Policía- no ha mostrado ninguna estrategia efectiva para contener el crecimiento y consolidación de esa guerrilla. Por el contrario, según información publicada en la revista Semana, ese grupo armado ya tiene 5 mil combatientes cuando en el año 2017 apenas superaba los mil, además, cada vez está tomando nuevas posiciones aprovechando la salida de las FARC de los territorios. Con su accionar delictivo ha ayudado a aumentar en un 132% el desplazamiento forzado en varias regiones del país y avivo el reclutamiento forzado y la extorsión.
A lo anterior hay que sumarle la masacre sistemática de líderes sociales y el recrudecimiento de la guerra en las zonas con mayor influencia del narcotráfico. Vamos de culo pal estanco.
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¿Quién responde?, ¿también le irán a echar la culpa a Santos?, ¿Dónde está el gobierno que en campaña prometió legalidad? La arrogancia del Gobierno no le permite reconocer ese retroceso. Tampoco le permite ver que las nulas relaciones con Venezuela impiden cualquier cooperación que permitiera evitar el refugio de los elenos y otros delincuentes en ese país. Mucho menos entender que una victoria militar se ve lejana y que valdría la pena explorar nuevamente el camino del dialogo.
Tras la firma del acuerdo de paz con las FARC en 2016, los colombianos sentimos un verdadero desescalamiento del conflicto. Hoy, por el contrario, vemos como cada vez se pierde más terreno en la búsqueda de la paz. La violencia vuelve a imponerse y a expresarse de diversas formas en muchas regiones.
Que el Gobierno reaccione es mucho pedir, pero al menos la ciudadanía debe tener claro que lo que está pasando es grave y de alguna manera es la consecuencia de elegir mal en las urnas, dejándose llevar por promesas falaces que, como en el caso de los “más salarios y menos impuestos”, terminan por frustrar los anhelos de la gente del común.
Pilas: en ciertas veredas de Ibagué se están presentando casos de intimidación a líderes sociales y llamadas extorsivas lo que tiene atemorizados a agricultores y sus familias, hay que lograr resultados urgentes de las investigaciones para evitar que los malhechores dañen la paz en el campo.
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