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Corresponsabilidad sectorial con el futuro tolimense

Corresponsabilidad sectorial con el futuro tolimense

 

Por: Alberto Bejarano

¿El progreso y el atraso son construcciones políticas? Sí la respuesta es positiva entonces cabe afirmar que el grado de desarrollo de una sociedad es obra, por acción u omisión, de esa misma sociedad. ¿El nivel de madurez e inmadurez de la cultura política de los actores del desarrollo y de la opinión pública de un territorio específico, es efecto de un continuo feedback o “fecundación cruzada”? Si la respuesta también es positiva entonces tendría que juzgarse la correlación de madurez o inmadurez de opinión pública y responsabilidad política con que hemos enfrentado los retos históricos del Tolima.

Queriendo omitir juicios de valor sobre el pasado y apelar solo a inferencias prospectivas y creyendo que es hora de honrar la diferida deuda histórica con el Tolima, digamos que con lo arriba dicho arguyo que el desarrollo regional o es sistémico o no es desarrollo (para el caso esto es que cuanto haga el sector social, el económico y el político, a todos favorece o lesiona) y que, con base en esta tesis, procede sugerir a los líderes de estos tres sectores acordar acciones concertadas, estructuradas y coherentes con una visión evidentemente disruptiva de futuro, a efectos de no continuar encarando el progreso regional desde un “archipiélago de islas inconexas” y con acciones cortoplacistas, inconstantes y asimétricas, que opacan y destruyen las inmensas potencialidades sinérgicas del Tolima.

Entendiendo que lo sistémico supone corresponsabilidad en los temas vitales del Tolima y frente al frenesí electoral que inicia y que sin duda trazará coordenadas de lo público para el futuro próximo, planteo un ejercicio participativo de los sectores social y económico en asuntos políticos, luego podrían ser los sectores político y social ocupándose de asuntos económicos y los sectores político y económico ocupándose de cuestiones sociales.

La idea es que, las organizaciones sociales, los gremios (comité gremial), la academia, los intelectuales, los medios y demás corresponsables tácitos de vencer el antiético y nocivo politiqueo y dar lugar a la probidad y la solvencia ideológica en el quehacer democrático, tracen una guía única para citar a partidos y candidatos a mostrar, en escrito estructurado y no con “carreta” insulsa, cuál es su lectura de la realidad histórica del Tolima y cuáles su proyecto político y líneas estratégicas para superar el atraso. Se colige, por rigor y alcance, que el ejercicio debe superar al consabido “ritual del foro” que se caracterizó siempre por preguntas y respuestas funcionales, planas y predecibles y tiempos afanosos.  

Finalmente y habida en cuenta que el político solicita empleo que otorgamos con votos y que luego pagamos sus mesadas y otras canonjías con impuestos, lógico es entonces que las organizaciones sociales y los gremios, ejerzan potestad para exigir a cada orilla política nominar al congreso a personas orgánicas y aptas, por ser éste un requisito sine qua non para mancomunar visiones económicas y sociales de la región con actores políticos probos y así lograr sólido peso político específico que permita “negociar”, en condición equitativa, acuerdos de interés regional con el Gobierno Nacional y demás instancias estatales.

 

 

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