Opinión
Comparaciones odiosas
Por estos días, los gobernantes salientes, con el sol a sus espaldas, sacan pecho. El Facebook se ve abarrotado con las obras más recientes y ellos, los administradores de turno, visitan las comunidades y posan en las fotos con una sonrisa de labor cumplida. No vayan a pensar de forma malévola. Contarle a la gente lo que han hecho con el presupuesto público es una obligación y no lo hacen como un mecanismo para apoyar a los candidatos elegidos por ellos mismos para heredar sus puestos. En este país ningún alcalde o gobernador ha apoyado jamás a un candidato que aspira a sucederlo. Ellos son imparciales.
Pero no voy a ponerme, como a estas horas supondrá el lector, a hablar de favoritismos y de las acciones que desde las alcaldías y la gobernación promueven un nombre u otro. No. De eso no se. No creo que nadie en esta ciudad sepa cuáles son los candidatos preferidos del gobernador del Tolima o del alcalde de Ibagué, por ejemplo, y nadie ha notado algún apoyo desde las administraciones. No tengo ni idea. ¿Ustedes si? Pero como andan contando lo que han hecho, me puse a revisar las fotos y sin querer queriendo, mi cabeza hizo una comparación, de esas odiosas.
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Resulta que por motivos de trabajo tuve que visitar Barranquilla. Había ido hace dos años y esta vez tuve la oportunidad de recorrerla más detalladamente. Me encontré con una ciudad absolutamente nueva, un territorio reconfigurado y apropiado por los barranquilleros gracias al trabajo de su alcalde. ¿Qué hizo Alejandro Char para que los barranquilleros sintieran tanto orgullo por su ciudad y que hoy tenganla tasa de desempleo más baja del país? Pues bueno… un par de cositas.
Un malecón junto al río, con 5 kilómetros de extensión, con amplios corredores para peatones y ciclistas y cada tanto, escenarios y zonas comerciales formalizadas. Ya se han realizado 178 eventos con más de 2 millones de visitantes. Barranquilla ahora mira el río y lo hace parte de su identidad. Se construyeron 41 hospitales o puestos de salud debidamente dotados en las cinco localidades, 105 colegios que permitió ampliar la cobertura y tener al 70% de los estudiantes con jornada única y bilingüismo. Su gestión ante el SENA permitió la construcción de dos sedes: la de Industrias creativas y la de hotelería y turismo, con capacidad para 6 mil estudiantes. El dichoso problema de los arroyos, por fin resuelto con la canalización de estos “ríos urbanos”. Han sembrado 80 mil árboles nuevos y van para los 250 mil en los últimos cinco años, han construido nuevas avenidas, ampliado las viejas y ahora hasta puente abatible… la lista es increíble.
Barranquilla se transformó y es hoy una ciudad moderna, con infraestructura, salones de convenciones, apoyo a la cultura, a la educación … en fin. Una ciudad, ciudad.
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Y claro. Me dirán que Barranquilla tiene un mayor presupuesto, que allá si hay grandes empresas y verdaderos grandes contribuyentes de los que trabajan por la ciudad y no de los que están pendientes de los cambios en el POT para que se valoricen sus predios —aunque no creo tampoco que por aquí haya de esos, ni más faltaba—. Pero el tema no es sólo de plata. El tema es de un proyecto de ciudad que se mantenga en el tiempo más allá de las mezquinas y minúsculas peleítas personales y políticas.
Definitivamente, esas fotos de Alejandro Char, sí que son para sacar pecho. Pero las comparaciones son odiosas, así que mejor no digo nada.
Y así nos va.
*Escritor y periodista
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