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Cómo matar a un alcalde socialista

Cómo matar a un alcalde socialista

 

 

Por: Luis Orlando Ávila Hernández

Quizá con el odio, tantas veces sembrado.

Tantas veces repetido. 

Cada mañana.  Cada mediodía.  Con el mismo dejo aprendido o con el canturreo histérico del más traumáticamente recordado, el del tal Arnulfo Sánchez y su sarta de émulos: los Rubén, los Amaya, los Héctor, los Mauricio, es decir tipo “los Idiotas” de Lars von Trier, a lo provincial. 

Quizá con el mismo rencor social usufructuado por años y el que éstos repiten con ahínco en el nuevo gol, en la nueva meta, en el nuevo héroe, en el bueno soy yo, en el que somos más, que fue qué, que fue qué.

Quizá en algún parque público. Si, en aquellos mismos parques de barriada  donde se le quitó a la bajeza, a los mercaderes de las bandas criminales, al hostigante canto popular del reguetón o a del ritmo popular de las Jara, de los Alzate, de los Gómez, de los Ayala, de los Charritos, de los Giovanny, de los Malumas, es decir a tanta pléyade y a sus motorizados y a su negocio de lumpen, para retornárselos a sus verdaderos auténticos dueños: los padres, madres y sus nenes, nenas y nenxs.

Quizá si, en algún parque público.  Como el Bolívar, donde los niños, niñas, niñxs y su padres, madres y LGTBIQ, en animus ludópata volvieron a compartir con teatreros, mimos, grafiteros, músicos, saltimbanquis y roqueros sin Biblia, lo que no tenían: un parque público para divertirse, para ser ellos, a lo pobre sin que les cueste más que su sube-baja en el Jardín, en las Ferias, en la Alaska, en el Ricaurte, en el Ambalá, en la séptima etapa del Jordán, en las Ferias, en el Topacio, en el Salado o en cualquier lado donde la horda de liberales, conservadores, CD, CR, de la U, cristianos y demás lisonjeros, solo ven y vieron pobre hombres a lo Dostoievski.    

O quizá, cuando camino a una de sus oficinas de su alcaldía en la Pola, dignifique a las mujeres trans, que antaño prostitutas, antaño golpeadxs de mucho en vez con el cepo del policía tipo congresista Ferro, entonces y solo entonces, como alcalde socialista vaya y les dicte que cumplan como nuevas funcionarixs, como mentorxs de lo suyo: la inclusión, la paz, la dignidad de ser como somxs.

O quizá, tal vez, frente a su despacho con los negros, las negras y lxs negrxs, que arrinconados bajo la carpa que cada año les da como su alcalde, donde celebran su raza con hermosos cantos, bailaos y currulaos, de esa misma negritud que hoy adoran los mestizos neonazis colombianos en cada gol de negro, pero solo en cada gol, porque fuera de ello, los negros, negras y negrxs solo son los castrochavistas de hoy, los comunistas de siempre, los maricas y ateos sempiternos que habrá que desmembrar o picar en cada nueva masacre, al son de Diomedes, de Silvestre, de Pipe, del Luisfer o de cualquier melodía de la rentable payola, de esas que dicen llamar nuevo vallenato o música popular.

No puede haber mayor desatino cultural.

O quizá en algún reabierto centro de salud veredal, de los muchos redivivos a contra natura del dizque otrora mejor alcalde medico antioqueño que tuvo el Ibagué de la imposta, de la emulación, de la simulación. Del simular hasta la forma de orinar de los bellacos, que se creen señores, como dijera el filósofo de Otra Parte, señor Fernando Gonzales.

O acaso quizá, simplemente frente a mis amigos teatreros y titiriteros, cuando viendo una función en alguna ignota barriada, en la que el médico cree que hace lo suyo, gobernar para todxs, lleguen los de siempre: los bisnietos del Rojo Atá, los nietos de Cristo Rey, los laureanistas de los leopardos y les desarropen sus sesos, al alcalde, a los teatreros y a los niñxs que les veían. 

Como la historia que se repite desde este 7 de agosto de 2018.

No reculo en lo aun no aclarado de la Agropolis (¿La Agropolis de Jaramillo: un nuevo agroingreso seguro?) y la incógnita de sus dineros, sus ricos beneficiaros, sus aguas y sus socios plutocráticos provinciales y chinos.

Pero (siempre habrá un pero), si toca que defender al médico alcalde, al exgobernador amigo de la UP, al hijo de liberales turbayistas, contirarle algunas guayabas podridas a las poderosas mansiones, centros comerciales u oficinas de sus amenazadores, pues toca.  Para empezar la Resistencia.

¡Vamos a la calle este 7 de agosto!, para que – entre otras ganas de ciertas yerbas – nonos maten al único alcalde socialista que ha tenido este Ibagué, porque:

“Si yo soy todo lo que tengo, luego pierdo lo que tengo, entonces ¿Quién soy?”. (E. Fromm).

 

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