El nuevo aeropuerto que se piensa inaugurar en el próximo cumpleaños de Ibagué, 14 de octubre, será una infraestructura nueva, refrescante que le dará un aire arquitectónico necesario para la ciudad, y sin importar si lo bautizan Darío Echandía o Leonor Buenaventura de Valencia, seguirá siendo lo mismo, un servicio poco competitivo.

La aerolínea dominante en el mercado colombiano hace con los usuarios lo que quiere. Los pisotea, maltrata e incumple de una manera grosera e indignante. Venden sobrecupos como lo manifiestan los mismos empleados en el aeropuerto actual y no les importa en muchos casos ni siquiera las conexiones a destinos nacionales e internacionales.  No regresan el dinero de los vuelos cancelados o hacen marañas para durar el mayor tiempo con el.

En ciudades intermedias con el mismo número de habitantes como Pereira, llegan y salen vuelos hasta altas horas de la noche. En Ibagué seguirá pasando lo mismo, máximo hasta las siete. Las compañías aéreas justificarán de entrada esta determinación por problemas técnicos o de mercado. Otros como incompetencia en el mercado.

Ahora, hablemos de los precios. En muchas ocasiones usted puede estar pagando ida y regreso Ibagué – Bogotá cerca al millón de pesos. Casi lo mismo que un destino internacional desde Bogotá. Lo que resulta otro factor de no competitividad de nuestra ciudad capital referente a similares en la región.

Por eso, no importa que nombre le ponga al aeropuerto, si la Aeronáutica Civil no pone en cintura a las empresas de aviación que tienen ya un decálogo de excusas para darle a los clientes y que se dan de acuerdo al temperamento que tenga al momento de viajar. Y si está muy bravo lo mandan a hablar con la línea 1.800 donde nunca le responden de manera efectiva a los clientes, así que será bonito, moderno, pero poco competitivo. Ojalá no tenga la razón en un mediano plazo con lo que escribo. Ojala me callen con un buen servicio, a tiempo, oportuno, con costos bajos y lo más importante, humanizado.