Recientemente vimos a un ex gobernador denunciando y pidiendo explicaciones por la desafortunada licencia que otorgó Cortolima en Ataco a finales del año pasado. Válido. Los ríos y las montañas hay que defenderlos y protegerlos de la voracidad minera. 

Sin embargo, causa al menos curiosidad que esa valerosa y airada reacción viniera de alguien que al menos hasta el momento no había mostrado mayor interés en preservar el patrimonio ambiental de los tolimenses. Incluso, sus antecedentes dejan la percepción de ser proclive a los intereses del extractivismo en este territorio.

En el año 2017, se aprobó en el Concejo Municipal un acuerdo que blindaba a Ibagué de la minería a gran escala contaminante, para el asombro de todos esta decisión se vio frustrada porque desde la Gobernación se desconocieron los múltiples y rigurosos argumentos jurídicos y políticos que lo sustentaban, y terminaron objetándolo y enviándolo al Tribunal Administrativo donde se empantanó. Con esa decisión se evitó que quedara garantizada la protección de mas de 40 mil hectáreas que están concesionadas para minería en Ibagué.

Tampoco se vio ningún activismo del ex gobernador y su poderoso grupo político cuando reapareció el debate por la posible explotación de hidrocarburos en el Bosque de Galilea. Menos se pronunciaron cuando en agosto del año pasado la Agencia Nacional de Hidrocarburos adjudicó un bloque petrolero en el que mas del 30% del área adjudicada se traslapa con el acuífero de Ibagué, lo que supone un enorme riesgo para la calidad del agua subterránea que en un momento dado podría abastecer esta ciudad.

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Ser ambientalista implica mucho mas que oponerse a un proyecto extractivista, hay que hacer activismo, incluso, cuando se tiene la posibilidad de gobernar hay que aprovecharla para promover proyectos sostenibles: energías renovables, mejorar la gestión de residuos, construir infraestructura de saneamiento, promover incentivos para la reconversión de sistemas productivos, entre otros.

¿Será que la nueva actitud del ex mandatario esta ligada a una próxima campaña política, habida cuenta que el ambientalismo mueve fibras y ayuda electoralmente?, ¿Se tratara de una autentica reconversiónpersonal y política que le agregaría al ambientalismo del Tolima un poderoso aliado con control sobre la CAR y los gobiernos territoriales?, ¿Ahora que tienen el poder absoluto podemos estar tranquilos que las multinacionales mineras no pasaran y que habrá una política de desarrollo sostenible clara y ambiciosa? 

Por lo pronto se vienen luchas ambientales para evitar la contaminación del acuífero de Ibagué por explotación petrolera (convencional o Fracking), continuar la protección de las montañas de Ibagué y Cajamarca de las ambiciones de AngloGold Ashanti, y continuar con los procesos ciudadanos de movilización y creación de conciencia colectiva en favor de la defensa del agua y la vida. Veremos si estarán presentes en estos próximos rounds.

Puya: reconozco el inmenso trabajo del Comité Ambiental por contribuir en la construcción de un territorio sostenible, hay que trabajar por unir fuerzas con otros sectores afines para que la lucha se consolideen profundas transformaciones sociales, ambientales yeconómicas para este territorio.