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Aislamiento en familia

Aislamiento en familia

Departir a manteles con los hijos es una costumbre que volvió a cobrar vigencia a raíz del confinamiento y obligación de permanecer en casa.

Así, se retomaron también las conversaciones entre padres e hijos, que no se hacían quizás por falta de tiempo debido al ritmo intenso y agobiante del trabajo. Saludable recordar entonces, que la misión más importante de una familia siempre fue conocer y moldear adecuadamente la forma de pensar y actuar de sus hijos.

No es suficiente engendrarlos solamente, sino criarlos y formarlos lo mejor posible. De esa manera fue como nos prepararon nuestros padres y abuelos para hacerle frente a las distintas circunstancias de la vida.

Sin embargo, es obvio que hoy les tomen por sorpresa nuestros puntos de vista ante una realidad cambiante y cada vez más compleja y extraña.

El desarrollo tecnológico y la política han modificado las costumbres volviéndolas más globalizadas y pragmáticas, materialistas; se pregonan más los derechos que los deberes y todo se vale. Es esa la realidad, sobre la que se construye su futuro.

Entonces, el gran reto es estar atentos para saber hacia a dónde va el mundo y con él los jóvenes de ahora, expuestos a internet día y noche, valiéndose de diversas  opiniones foráneas, buenas, malas y muy malas, sin censura ni control, al igual que una barcaza en la inmensidad de un océano conducida por inexpertos y sujeta inmisericordemente a la reciedad de la tormenta, a la furia de las olas y a la profundidad de las aguas.

Son una cantidad infinita de conceptos, definiciones, realidades y alternativas cada vez más complejas y desconocidas. Un escenario en el que solo ellos se compenetran para decidir por sí mismos, cada vez más lejos de la influencia de sus padres.

"A los hijos hay que dejarlos volar pero sin perderlos de vista", dice un adagio popular.

Es así como la ineludible responsabilidad de padres continúa mientras existamos y nadie podrá arrebatarnos el derecho a procurar para ellos lo mejor, a verlos bien y a ayudarles en la adversidad, hoy con la desventaja de no formar parte de esa realidad tan distinta a aquella en la que nos formamos.

La sabiduría de los padres, otrora el faro que les orientara, se ha ido reemplazando por la información de las redes sociales y el acceso a fuentes indiscriminadas de pensamiento.

Nos queda ofrecerles las bases morales y los valores que poseemos, como plataforma para mitigar los riesgos que les deparan otras formas de pensar.

Además de la fe para poder sobrellevar todas las dificultades.
Sin embargo, para los jóvenes de ahora ser ateo es la moda.
Para ellos no existen dogmas, solo es válida y sustentable la comprobación material y científica a través del conocimiento humano.

Exigen explicaciones objetivas o hechos que lo demuestren. Ver para creer, es la dimensión en la que actúan, mientras la lucha por la vida se encargará de llevarlos a entender que todo lo que nos rodea es la expresión más real y palpable de lo sobrenatural.

Y que Dios se necesita y se siente, siendo esa la forma más clara de probar su existencia.

Por: Carlos Alberto Estefan Upegui, Exgobernador del Tolima.

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