Opinión
Adelante Alcalde
Usted es un gran ser humano, dicen. Ladran Sancho, señal de que cabalgamos, escriben. Y el círculo de amigos se cierra alrededor de Andrés Hurtado para apoyarlo.
Olvidan quienes lo defienden, que la administración no ha sido un gran dechado de obras y virtudes, y que no es cierto que todos aquellos que señalan los vacíos, los errores, los bajos niveles de ejecución del plan de desarrollo, son enemigos ni de la administración, ni de la ciudad. Aquí las cosas no son blancas ni negras.
Razón tenía el exgobernador Barreto en su última columna al afirmar que “Los ciudadanos de hoy en día son más exigentes, no tragan entero, no comen cuento, miran, averiguan, escuchan e investigan”. Sólo que esta premisa no puede servir para concluir que hay que aplaudir todo lo que haga el alcalde. Por el contrario. Esto significa que hay muchos ojos, muchos puntos de vista, muchas necesidades insatisfechas y que la gente tiene derecho a plantearlas, a quejarse. Significan que el alcalde no debe encerrarse solo con quienes lo vitorean, sino que debe escuchar a la gente, incluso a quienes lo acusan de ineficiente. La primera virtud de cualquier gobernante es la autocrítica, pero muchas veces los ¡Viva! De sus áulicos no les permite escuchar nada más. El alcalde debe olvidarse de quienes lo tienen convencido de que es el mismo mesías en persona dirigiendo los destinos de la ciudad, porque aunque haya avances, también son muchos los retrocesos.
- (Puede leer: El extraño mundo de Subuso)
Durante muchos años he intentado resolver el por qué en nuestra tierra tenemos la inveterada costumbre de graduar de enemigos a quienes no pasan de ser contradictores. Esa necesidad de declarar la guerra a nuestros vecinos, a nuestros colegas o a cualquier transeúnte, es símbolo de la poqueza de nuestro espíritu. Nos creemos dueños de la verdad revelada, protagonistas y poseedores de la moral pública, miramos con soberbia y empequeñecemos los esfuerzos, la vida y el trabajo de los otros, no reconocemos sino a quienes nos rodean y vemos con desconfianza todo aquello que no tenga nuestra impronta grabada en alguna esquina.
Herederos de la polarización y de la desconfianza mutua que siempre desemboca en violencia, convertimos la ciudad en el escenario de la guerra verbal. Y mientras unos acusan y otros defienden, mientras unos plantean alternativas y otros las niegan, la ciudad parece detenida.
Yo también grito Adelante alcalde. Adelante con el replanteamiento, con escuchar todos los puntos de vista… adelante con los cambios que requiere la ciudad… adelante con la autocrítica. Hoy más que nunca es necesaria.
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