Según la sentencia SC963-2022, la Corte señaló que quien provee el dinero al hogar no debe ser el único privilegiado en la repartición de bienes, pues las labores domésticas también son parte importante de la economía del hogar; una labor que generalmente es asignada a las mujeres por roles estereotipados de género a lo largo de la historia.

Por ello, cuando los jueces tengan que decidir en conflictos de exparejas por los efectos económicos de su matrimonio o de una unión marital de hecho, deben tener en cuenta si en esos casos subyacen estereotipos de género que buscan frustrar el reparto equitativo de los bienes.

La Corte también fue clara en afirmar que lo dicho por la sentencia SC963-2022 no es sinónimo de obrar con parcialidad o en favor de una de las partes, sino que, por el contrario, le permite al juez detectar las evidencias de un trato desequilibrado e identificar sesgos a causa de los roles de género.

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El amparo de la Corte se encuentra en que, a lo largo de los años en las relaciones de pareja, el hombre fue considerado como el proveedor de recursos para mantener al hogar, mientras que la mujer se encargaba de innumerables quehaceres de la cotidianidad, señalando que este es un “trabajo invisible”, el cual, al no ser remunerado y realizarse de puertas para adentro, no suele apreciarse y valorarse en su justa dimensión. 

En el estudio más reciente del DANE, se determinó que el valor económico aportado en 2021 por el trabajo doméstico ascendió a 229.807 millones de pesos, de los cuales 174.807 millones los generaron las mujeres, mientras que 55 mil millones fueron generados por hombres que ejercen la misma labor.